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Los comerciantes de la Puerta del Sol están "desesperados" por la acampada de "indignados" que, pese atraer a miles de curiosos, ha "ahuyentado" a los compradores y paseantes hasta el punto de que sus ventas han bajado en más de un 50 por ciento.

En voz baja, casi con resignación, todos coinciden con la opinión de Alejandro, el encargado de la cafetería Europa de la calle del Carmen esquina Sol: "esto es un desastre, no podemos hacer nada; que protesten y se vayan porque si siguen aquí nos hunden".

Todos afirman que se trata de una protesta muy pacífica que no ha creado ningún problema de seguridad, pero que les obliga a llegar antes para limpiar los escaparates y toldos de carteles, y a cerrar unas dos horas antes de lo normal para evitar las aglomeraciones de última hora de la tarde.

"Completamente sitiado" se siente uno de los quiosqueros de la plaza que se resiste a dar su nombre.

"No quiero comentar, con mirar mi cara ya se ve lo que me parece", asegura desde el interior de un quiosco de prensa completamente empapelado por carteles de protesta, a cuya espalda se ha instalado uno de los comités de organización de los "indignados" y al que, de hecho, le ha salido un "adosado" en forma de toldo azul bajo el que acampan media docena de jóvenes.

Cuando sus vecinos plantan una paellera a escasos centímetros del expositor de periódicos y comienzan a cocinar, el quiosquero rompe su mutismo: "si esto sigue así va a ser jodido, pero ¿a quién protestas?"

En la Heladería Palazzo de la plaza o la Perfumería Oriental de la calle del Carmen también han caído las ventas a la mitad.

"Hay mucha gente, pero vienen a mirar y hacer fotos; han desaparecido los paseantes y las familias de compras", dice Ana María Justo, empleada de la heladería, que aparece todas las mañanas "enterrada en carteles" que los propios jóvenes ayudan a quitar a cambio de bidones de agua del grifo.

Totalmente empapelados están los escaparates del local de Cortefiel, que por quedar debajo del andamio que cubre uno de los edificios de la plaza se han convertido en involuntario expositor de carteles, tablones de anuncios e incluso un enorme mural donde se exhiben los artículos aparecidos en prensa.

Con resignación, los comerciantes esperan que pasen las elecciones y "alguien haga algo", aunque, como señala Alejandro, "al permitir esto están sentando un precedente terrible; si esto se monta por unas municipales, estoy temiendo las generales"