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Las familias de gitanos rumanos que viven desde hace años en una caravana y un autobús destartalados situados en la carretera de Fuencarral a Hortaleza, en el madrileño distrito de Las Tablas, serán desalojados mañana lunes a partir de las 8 horas, según ha informado a Europa Press el párroco de la iglesia de Santo Domingo de la Calzada, Ángel Castilblánquez.

En la caravana viven Ciprian, Persida, dos niños de uno y dos años y otro a la espera; mientras que en el autobús viven Fran y sus ocho hijos, escolarizados en los colegios de la zona.

Según ha adelantado, la Policía Municipal ha comunicado recientemente a las familias esta orden y les han entregado un documento del Departamento Jurídico del servicio de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento de Madrid, fechado el 10 de marzo, en el que les piden que "de forma inmediata procedan al desalojo de personas y enseres a fin de que los servicios técnicos municipales puedan ejecutar la demolición, advirtiéndoles de que no desalojar voluntariamente se procederá a la ejecución forzosa por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad".

La resolución municipal incorpora la autorización del juzgado contencioso-administrativo número 19 de Madrid, por el que con fecha de 21 de febrero les requieren al desalojo. Ante dicha comunicación no cabe recurso alguno ya que cuentan con la resolución "notificada en forma y en su día".

La parroquia de Santo Domingo de la Calzada se ha mostrado en contra de esta orden y han pedido que se cumpla el convenio de Viene sobre desalojos firmado por España y que contempla un aviso previo, una negociación entre las partes y una vivienda alternativa. Así, ha asegurado que no se ha respetado el trabajo del empleado social de Fuencarral, que esta negociando el paso al cercano campamento de San Roque para que los niños puedan seguir yendo a clase.

Los voluntarios de esta iglesia, que trabajan diariamente con la población marginada del Gallinero, en la Cañada Real, aseguran que tampoco se ha respetado la búsqueda de una vivienda alternativa. "Se esta buscando y mientras se encuentra el trabajador social está negociando un solar cercano donde poner ese autobús o en otro caso colocar unos módulos prefabricados, contenedores o casetas de otra a lo que nos ayudarían nuestros amigos arquitectos", apuntan.

Por todo ello, han previsto una concentración para impedir la demolición del autobús y la caravana y para conseguir un retraso de 15 días pues consideran que por ley se debe avisar del día y la hora con suficiente antelación "y en este caso ha sido solo un aviso genérico y otro inmediato sin tiempo".

RESISTIERON UN DESALOJO

Las familias que viven en el autobús y en la caravana destartalados ya resistieron un desalojo cercano. El pasado 4 de noviembre el Departamento de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento desmontó una infraviviendas y la tienda de campaña situadas al lado de estos vehículos y donde malvivían una treintena de rumanos, muchos de ellos niños.

El desmantelamiento contó con una orden administrativa, por lo que tras la notificación a estas personas, se les requirió que salieran voluntariamente de las barracas, de tal manera que sólo se tiraron aquellas desalojadas previamente por sus moradores. Ciprida, Persida, Fran y sus hijos decidieron quedarse, por lo que no que pudieron desalojarles, a la espera de una resolución judicial que ahora ha llegado.

Por otro lado, de la treintena de personas que se fueron de las Tablas, que estaban instaladas en un montículo perteneciente a terreno público, diez de ellas aceptaron ser realojadas en un primer momento por el Samur Social y el resto, tras pasar una noche en la Iglesia San Carlos Borromeo de Entrevías, lograron llegar a un acuerdo de modo que decidieron alojarse en recursos municipales.

Sin embargo, según señalaron a Europa Press vecinos del cercano barrio de Sanchinarro, algunos de los desalojados decidieron asentarse en un parque cercano al edificio del Boletín Oficial del Estado. Ante el temor de que pudieran instalar de nuevo tiendas de campaña y ocuparan el espacio público durante meses, los vecinos comenzaron a llamar intensamente a la Policía para alertar de esta situación. Días después, las máquinas de limpieza municipal y los agentes acudieron al lugar y conminaron a estas personas a irse.

LA HISTORIA DE UN AUTOBÚS

La primera familia de gitanos rumanos que se instaló en Las Tablas hace casi cuatro años provenía de una chabola insalubre del poblado de Valdemingómez, donde un incendio quemó por dos veces su chabola. Decidieron instalarse en un antiguo autobús que el exjefe de uno de los cabezas de familia del clan rumano le cedió tras despedirle.

Al principio se ubicaron en una zona con escaso tráfico, pero unos meses después decidieron trasladar el autocar y sus pertenencias a la carretera de Fuencarral a Hortaleza, utilizada todos los días por cientos de vecinos de Las Tablas para acceder a trabajar a la capital por la A-1 y también por decenas de camiones que transportan vehículos a los cercanos concesionarios.

Desde entonces, las familias que allí viven siguen sin luz y beben agua de una goma instalada tras taladrar una boca de agua. Los residentes en la caravana y el autocar viven de lo recaudado después mendigar en los supermercados del barrio o en otros cercanos a Plaza de Castilla.

Las condiciones higiénicas y de salubridad en el interior del viejo autobús son pésimas, ya que en una de las literas duermen varios niños y no cuentan con lavabos. El resto, en la caravana, a escasos metros de las nuevas equipadas urbanizaciones de Las Tablas.