Edificio sede del centro de investigación Imdea Nanociencia | IMDEA
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Se llama Proyecto Tsunami, pero no pretende arrasar nada. Si acaso nuestra dependencia de los plásticos actuales para muchos objetos y actividades de la vida diaria. Emilio M. Pérez, investigador de IMDEA Nanociencia, lidera el trabajo llamado a transformar para siempre la composición de los plásticos con un nuevo material ligero, reciclable y exponencialmente más fuerte.

El IMDEA junto a la empresa danesa Nanocore, lidera un proyecto a nivel mundial para diseñar, a base de nanotubos de carbono, nuevos materiales que sean mucho más fuerte que los actuales, pero, al mismo tiempo, más ligeros y ecológicos.

“Con todas las cautelas, pensamos que la tecnología que hemos desarrollado puede llegar a ser revolucionaria en el futuro”

Los nanotubos de carbono nacen oficialmente en 1991 fruto del trabajo del físico japonés Sumio Iijima, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2008. Son, fundamentalmente, una lámina de grafeno enrollada sobre sí misma. Con una ventaja y un inconveniente, son muy resistentes, pero tienden a separarse. Y aquí entra de lleno el trabajo del investigador del IMDEA. Aportar estabilidad a las uniones de nanotubos con un nuevo enlace.

Emilio M. Pérez, investigador del IMDEA Nanociencia | IMDEA

“Con todas las cautelas, pensamos que la tecnología que hemos desarrollado puede llegar a ser revolucionaria en el futuro”, afirma Emilio M. Pérez. El investigador tiene razones para el optimismo. “El mejor resultado que hemos obtenido hasta ahora es un composite de poliestireno casi tan fuerte como las fibras de carbono, pero con la ventaja de no tener que llevar a cabo ningún trabajo manual, sino que podemos procesarlo desde disolución y es posible fundirlo. Es un antes y un después”.

Coches de 100 kilos

“Si logramos aplicarlo sólo parcialmente, la diferencia de peso de los plásticos y el ahorro serían brutales, pero, además, hablamos de un material 100 % reciclable. Una vez fundido, empieza un nuevo ciclo”.

“Hoy no podemos comprar un coche de fibra de carbono porque habría que fabricarlo a mano. El nuevo material podría aplicarse mediante la técnica de injection molding. Imagina un coche de sólo 100 kilos… la cantidad de ahorro en combustible sería espectacular”.

Aviones más económicos

¿Y los aviones? “El investigador de IMDEA Nanociencia detalla que aplicar este tipo de compuestos a la estructura de un Boeing 747 podría reducir su peso en composites de las 59 a las 15 toneladas. “Y cada bajada del 1 % en peso supone un ahorro del 075 % en combustible. El horizonte es prometedor”.

"Es preciso un motor adicional que nos guíe. No olvidemos que el verdadero sueño de todo científico es impactar de forma directa en la sociedad"

Emilio M. Pérez analiza la problemática de los plásticos desde una óptica equilibrada. “La primera tentación es eliminarlos, pero no va a ser posible, y tampoco deseable”, explica. "Fabriquemos, eso sí, con mucho menos material y asegurando la reciclabilidad. Hacia ese impacto nos dirigimos. Los materiales están en todo, y todo tiene margen de mejora. Tiempo atrás, el plástico democratizó el acceso a objetos y prendas de vestir. Ahora toca mejorar su composición”.

Hay mucho trabajo por delante, pero Nanocore ya ha vendido licencias de uso de esta tecnología por valor de más de medio millón de dólares. “Gracias a ellos hemos aprendido a producir a escala o hemos reducido drásticamente el precio de la síntesis química. Ni mi formación ni mis instintos como científico me habrían llevado a determinados lugares. Es preciso un motor adicional que nos guíe. No olvidemos que el verdadero sueño de todo científico es impactar de forma directa en la sociedad”.