El público invade Fitur
Marcaba el reloj las 10.30 horas y ya se contaban por decenas los viajeros que aguardaban su turno para acceder a los pabellones de Fitur, una de las mayores ferias turísticas del mundo, que se ha visto invadida por un público ávido de conocer nuevos destinos y probar experiencias nuevas.
Fitur ha dejado a un lado los negocios y las reuniones de profesionales para dar la bienvenida a los visitantes en busca de sueños aderezados con gastronomía, música, danza y color; ingredientes que, a buen seguro, harán de éste un fin de semana con sabor a escapada.
Como todo buen viaje que se precie, el de hoy también comienza con un pasaporte en vigor, ese que en esta ocasión expiden Fitur y la comunidad de viajeros de Minube y que brinda la oportunidad de participar en una Yincana Viajera.
"Es un motivo divertido para participar en la feria, es muy importante potenciar el concepto de revivir los viajes, queremos inspirar y permitir que los visitantes viajen con la mente", señala a Efetur el portavoz de Minube, Juan Carlos Milena.
Calzado cómodo y muchas ganas, eso es todo lo que se necesita para poder ganar viajes por Europa, vuelos y estancias de hotel. Decenas de viajeros lo saben y, por ello, se han aglutinado en el punto de salida de esta prueba listos para emprender un recorrido por 40 expositores.
Para los veteranos David Carrascosa y Adriana Duré, una pareja de amantes viajeros que participa cada año en esta actividad, es una idea "realmente divertida" en la que, además, han conseguido volver a casa cada edición con un premio bajo el brazo.
"El truco es ser rápido, conocer lo que vas a hacer, informarse y no ser demasiado ambicioso", desvela Carrascosa.
Minube organiza también un taller de fotografía gratuito para descubrir cómo inmortalizar los mejores momentos y una Quedada Viajera, que ya cumple siete años en la que se comparten consejos y experiencias.
Lucía Echevarría, una madrileña de 25 años que planea un viaje en solitario por Centroamérica asegura que le ha resultado "muy motivador" escuchar "consejos muy prácticos".
Fitur pues permite viajar cualquier lugar del mundo. Por ejemplo, a Japón, donde los más curiosos se amontonaban en torno al maestro de caligrafía japonesa, la exposición de quimonos y un hilo de música de la corte imperial.
Para los paladares más sibaritas, la parada obligada es Toledo, que estrena su capitalidad española de la gastronomía con sugerencias como talleres de mazapán, degustaciones de jamón o maridaje de queso y vino; o Mérida que hace gala de su reconocimiento como Capital Iberoamericana de la Gastronomía.
Como novedad, la Ruta del Vino de Rueda sugiere saborear los mejores caldos al tiempo que se vive una experiencia sensorial de la mano de un monitor que registra las reacciones que produce.
Haciendo cola estaba José Antonio Aguado, que viene cada año desde Segovia para deleitarse con la gastronomía de Fitur y que asegura que "es como ir de pinchos por toda España".
Un respiro en el camino ofrece Tailandia, gracias a sus masajes, que garantizan un respiro; Mauritania, que pone al servicio del viajero una jaima con aromas de incienso y té; e India, que enseña las técnicas del yoga en un pabellón en el que no faltan los bailes bolywoodienses y los tatuajes de aleña.
Ya los lucían esta mañana Rocío Gómez y Clara Castillejo, dos viajeras a las que les "apasiona" la cultura india y, en especial, "esta técnica milenaria".
La feria también permite trasladarse a otras latitudes gracias a la tecnología de la realidad virtual. Así, los amantes de las olas pueden surfear en aguas del Atlántico en el pabellón de Portugal; si se prefiere la moto acuática, Murcia cuenta con un videojuego de realidad virtual; y para los apasionados del aire, Iberia aloja un simulador de vuelo.
No faltan las colas. Son muchos los que han tenido que aguardar pacientemente su turno para participar en un concurso de Bahía Príncipe que invita al Caribe, disfrutar de una caipiriña en Brasil, asistir a un espectáculo flamenco en Andalucía o sacarse una foto de rigor junto a Cervantes en Castilla La-Mancha.
Y es que cruzar las puertas de Fitur es entrar en el mundo de los sueños, una oportunidad de hacer finito lo infinito, un lugar al que acceder con maletas vacías y del que salir cargados de propuestas, de sueños viajeros. Porque, ya se sabe, soñar es gratis.
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