'Shooting star Rye' | KRISTOPHER ROLLER
(Actualizado

Dar nombre a una estrella tiene algo que resulta fascinante, algo mágico que la Humanidad aprendió, seguramente, en el momento mismo en que un mono muy espabilado decidió bajar de los árboles y usar más las piernas. Desde entonces no hemos parado de dar nombre a las estrellas

Todas las civilizaciones antiguas, desde los babilonios, se tomaron muy en serio el asunto pero los que más se aplicaron a la tarea fueron los árabes. “Casi todos los nombres de las estrellas pertenecen a su cultura”, explica Rodrigo González, astrofísico del Planetario de Madrid.

Las estrellas Betelgeuse y Antares comparadas con el Sol | DOMINIO PÚBLICO

Los árabes bautizaron a Betelgeuse como 'la mano de Jauza', figura femenina de su mitología. Y los griegos llamaron ‘Antaris’ (‘el rival de Ares’) a la estrella rojiza que ‘rivaliza’ en brillo y color con el planeta Marte (dios de la guerra que ellos conocían como ‘Ares’).

Los tiempos avanzaron y el telescopio descubrió que había muchas más estrellas en el cielo de las que se podían ver. Los descubrimientos se aceleraron. Antes de que se terminaran los nombres de los dioses se hizo necesario establecer otro método más práctico. Los astrónomos crearon catálogos. Nombrar estrellas perdió romanticismo, pero en ganó en simplicidad.

James Webb, el telescopio más grande fuera de la Tierra, lanzado al espacio con éxito

El primero en hacerlo fue Johann Bayer que allá por el siglo XVII ejercía en Baviera como astrónomo y abogado. Su atlas estelar, ‘Uranometría’, fue el primero en cubrir toda la bóveda celeste y estableció una nomenclatura que todavía se utiliza. Después llegaron muchos más.

El catálogo Bayer utiliza el nombre de las constelaciones para identificar las estrellas, precedido por una letra del alfabeto griego. Se empieza por la letra alfa (α) que se asigna a la estrella de mayor brillo, la siguiente en brillo sería beta (β), y así sucesivamente.

Según este catálogo, Betelgeuse es Alfa Orionis (α Orionis), es decir, la estrella más brillante de la constelación de Orion, la segunda estrella de esta constelación sería Rígel, β Orionis, (que en realidad tiene más brillo en luz visible, pero menos en luz roja e infrarroja).

¿Quién da nombre a las estrellas?

Imagen conceptual del satélite Gaia | NASA

Sólo en nuestra galaxia hay doscientos mil millones, pero “ya están casi todas nombradas”, nos cuenta Rodrigo González, por lo menos las que pueden verse. El satélite Gaia se está ocupando, en estos momentos, de catalogar millones de estrellas pertenecientes a la Vía Láctea. “Ya lo ha hecho con más de 1.700 millones de astros”, cuenta Rodrigo. Y todavía queda mucho trabajo por hacer.

“El único órgano oficial responsable de nombrar estrellas es la Unión Astronómica Internacional (UAT)”, explica Rodrigo, “cuando alguien descubre una estrella, lo primero que hace es consultar a la UAT y comprobar si alguien ha dicho ya algo de esa estrella y, si no es así, se le pone un nombre en función del catálogo que utilicemos”.

Cultivando plantas espaciales para el próximo viaje a Marte

En la UAT participan las diferentes sociedades astronómicas nacionales. Se fundó en 1919 para poner orden al sistema de nombres lunares y marcianos, que por aquel entonces era un caos. Desde entonces es la máxima autoridad, actúa como árbitro y dicta las normas para la nomenclatura de estrellas, planetas y satélites.

Cada institución, cada centro de observación astronómica, tiene su propio catálogo, que establece un método para nombrar estrellas. “Lo que hace la UAT es dar validez científica a esos catálogos para que nadie se invente nombres”, explica César González, miembro del equipo técnico del Planetario de Madrid. “En realidad, más que de nombre, habría que hablar de número de catálogo, de un determinado catálogo”.

El cometa Neowise reflejado en el rio Umpqua, USA | EUROPA PRESS

El nombre de cualquier estrella que se descubra va a ser una retahíla de números y letras”, explica César, y algunas “pueden llegar a tener treinta nombres”. Betelgeuse también se conoce como 58 Orionis, HR2061, 113271 ó HD39801 porque “una misma estrella puede estar incluida en diferentes catálogos”.

Con los cometas se sigue otro procedimiento y pueden llevar el nombre de su descubridor, dice César: “Se nombran con una C, una barra, el año que se descubre y dos letras que te indican la quincena y el mes en que se ha descubierto y, como la mayoría son descubiertos por astrónomos aficionados, el que lo ha descubierto tiene que solicitar a la UAT que se el asigne su nombre”.

Sistema Solar

Sistema Solar | NASA

En el Sistema Solar se sigue una temática para los nombres. “Todo lo relacionado con el planeta Urano, lleva nombres relacionados con Shakespeare”, explica César. Por eso, sus cinco satélites principales son Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón, personajes de las obras del escritor inglés.

Los satélites de Marte llevan el nombre griego de los hijos del dios de la guerra: Fobos (que es la personificación del miedo) y Deimos (que encarna el dolor y el terror). El satélite más grande del planeta que rinde honor al dios de los mares, Neptuno, recibe el nombre del hijo de éste en la mitología griega: Tritón

Jedis en Plutón

Plutón | NASA

Plutón ha mantenido ocupado durante muchos años a la UAT, y lo sigue haciendo. Hemos descubierto su relieve en detalle gracias a las fotografías que ha enviado a la Tierra la sonda New Horizon y queda mucho por nombrar.

De hecho, hay una propuesta “para intentar que los cráteres tengan nombres asociados a Star Wars o al Señor de los anillos” explica Rodrigo: “No se ha conseguido todavía” pero millones de fans no pierden la esperanza.

Freddie Mercury está en el cielo… literalmente

Composición de imágenes en la que se muestran a escala ocho asteroides visitados por sondas espaciales. | NASA

“Nombres de reyes, filósofos, historiadores, ... Toda personalidad relevante tiene su nombre en el cielo”, cuenta Rodrigo. “Hay una manera oficial de catalogar a los asteroides y se puede solicitar que lleven un nombre especial”.

En este mismo momento hay un asteroide surcando los cielos bajo el nombre de Freddie Mercury. Se anunció el 16 de septiembre de 2016, como regalo póstumo por el que hubiera sido su 70 cumpleaños. El anunció lo realizó Brian May que, además de guitarrista, compositor y miembro de Queen, es astrofísico.

También Enya tiene su asteroide, (el 6433). Hay más: el asteroide Ledzepelin (4749); el asteroide Begees (15092); Davidbowie (342843), ... También, por supuesto, uno por cada uno de los Beatles, y otro por Yoko Ono.

Los asteroides llevan el nombre de personalidades de todos los campos y áreas. Annefrank (el 5535), se llamó así en honor de Ana Frank; el 12820 fue nombrado Robinwilliams, por uno de los actores más recordados, Shatner (el 31556 por el mítico actor de Star Trek): Hamil (el 110026 por Mark Hamill): Puskas (el 82656 por el futbolista).

El asteroide 007

Recreación de la sonda 'Lucy' junto a un asteroide. | NASA

Por supuesto, también existen los asteroides, Asimov (5020) y Clark (el 4923 por Arthur C. Clark) y al escritor Ian Fleming, creador del más famoso espía con licencia para matar, se le asignó, el asteroide 91007. Su creación tiene su propio asteroide, el 9007, conocido también como James Bond.

Hasta los galos que mantienen libre la aldea de los irreductibles, Astérix y Obelix, tienen su propio asteroide (29401 y 29402)

La estrella Cervantes

También hay nombres españoles en la bóveda celeste. El asteroide ‘Comas Solá’ rinde homenaje al astrónomo español José Comas y Solá, que lo descubrió hace ya casi cien años.

El asteroide 24048, que recorre el cielo a una velocidad de 19,06384726 km/s lleva el nombre del primer astronauta español: Pedro Duque. Y el 6592 lleva el nombre de uno de los más insignes pintores españoles, Goya

Estrella Cervantes y sus planetas | SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ASTRONOMÍA

De vez en cuando, la UAT lanza un concurso para dar nombre a una estrella, “con el fin de acercar la astronomía a la gente”, explica Rodrigo. En abril de 2015 abrió una convocatoria por internet para nombrar 20 sistemas planetarios compuestos por 14 estrellas y 31 exoplanetas.

Gracias a este concurso, la estrella hasta entonces conocida por unos pocos como μ Arae (Mu Arae) pasó a llamarse ‘Cervantes’ y, de paso, a ser conocida por muchos más. Fue una propuesta del Planetario de Pamplona y una de las más votadas.

También cambiaron de nombre los cuatro planetas que orbitan alrededor de Cervantes: μ Arae b, μ Arae c, μ Arae d y μ Arae e, que pasaron a llamarse, respectivamente, Quijote, Dulcinea, Rocinante y Sancho. Mucho más bonito, sin duda.

No, no puedes regalar una estrella

De vez en cuando aparecen empresas que ‘venden’ la posibilidad de dar tu nombre o el de un ser querido a una estrella. Rodrigo y César avisan que esto es un fraude. No es legal y la Unión Astronómica Internacional no va a reconocer nunca estos nombres.

“Es un timo, te timan un dinero, es como si a ti alguien te da un papel y te dice que a partir de la fecha de hoy la calle de Alcalá va a tener tu nombre y te cobra por ello”, explica César.

Rasalgethi y el Sol

Imágenes del sol captadas por el observatorio meteorológico GOES-16 | NASA

Hay millones de millones de estrellas pero siempre hay alguna que nos llama más la atención. La favorita de rodrigo González es una que se encuentra a 382 años luz del sistema solar : “mi estrella favorita se llama Ras Algethi que significa ‘cabeza del hombre arrodillado’, es una estrella en la constelación de Hércules y fue la primera que yo estudié cuando era estudiante de astrofísica, siempre la tengo muy presente”.

César González se queda con un estrella que luce con tal fuerza que la mayor parte del tiempo no nos deja ver a ninguna otra: “Hay mucha gente que no asocia nuestro sol con una estrella del cielo y es lo mismo que las estrellas que vemos en el cielo” dice y, añade con una sonrisa “en algún lugar de la galaxia es posible el sol tenga un nombre de catálogo, en un catálogo extraterrestre, que será una retahíla de números y letras igual que hacemos nosotros”.

Bueno. Todo es posible.