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El viernes comienzan las obras de remodelación de la Gran Vía madrileña y está previsto que desde junio ya no puedan pasar los vehículos de los no residentes. El objetivo es que la arteria madrileña sea semipeatonal en otoño y en principio todo está planificado para que no afecte al día de los madrileños ya que, de momento, se comienza únicamente con las mediciones. Cuando se inicie la obra, se hará de manera simultánea por ambos extremos, Plaza de España y calle Alcalá.

La "renovación emblemática" de la Gran Vía madrileña ampliará las aceras y reducirá los carriles pero también dará un nuevo aspecto a esta arteria sumando un total de 248 árboles, más de 30 bancos nuevos, aparcabicis, tres fuentes y un nuevo alumbrado LED que buscará la eficiencia. Así lo ha detallado hoy la portavoz municipal Rita Maestre en la rueda de prensa a la Junta de Gobierno, que ha destacado que la reforma de Gran Vía, que comienza el próximo viernes, será "una intervención emblemática de una forma distinta de entender y de configurar la ciudad por parte de este equipo de Gobierno".

Además, la portavoz municipal ha adelantado que existirán "elementos de seguridad" en Gran Vía para asegurar que este espacio peatonal sea "cien por cien seguro" para los peatones. Aceras permeables, para que el nuevo arbolado no obligue a construir alcorques, tres fuentes de agua y la instalación de 60 papeleras son otros de los detalles revelados hoy por la portavoz.

Con un presupuesto de 5,7 millones de euros, las obras se acometerán en tres tramos (Alcalá-Red de San Luis; Red de San Luis-Callao y Callao-Plaza de España) y empezarán por ambos extremos.

En el caso del tramo de plaza de España a Callao se realizarán a la vez las obras de las dos aceras, mientras que en el otro tramo se acometerán primero los trabajos de una acera y después los de la otra. Además, las intersecciones se dejarán para el verano, con el fin de reducir la afectación al tráfico.

Finalmente las aceras estarán diferenciadas de la calzada y no se hará una plataforma única, como se llegó a plantear, ante las quejas recibidas por colectivos de invidentes; no obstante, sí habrá elementos que permitan, en casos de excepción, habilitar carriles para la circulación.

El objetivo es que el reparto del espacio público sea más equitativo y también reducir las emisiones contaminantes en el centro de la capital.

Por ello, el tráfico pasa a tener cuatro carriles mientras que los peatones suman 5.400 metros cuadrados.

Con estas obras, la Gran Vía madrileña se prepara ya para su cierre al tráfico privado de los no residentes, un proceso que ocurrirá en junio cuando se integre dentro de la nueva zona cero emisiones, que convertirá el Centro en un gran área de prioridad residencial.