La salud pública comienza en el aeropuerto de Madrid-Barajas
La delegada del Gobierno, Concepción Dancausa, visita el Puesto de Inspección Fronteriza del Aeropuerto
En 2014 se controló la importación de 3,7 millones de animales vivos; 25,7 toneladas de hortalizas y verduras, 8.941 toneladas de flor cortada y otras 277 de plantas vivas
Guarecidos del calor en una inmensa nave industrial con vistas al aeropuerto de Madrid y entre enormes cámaras frigoríficas trabajan decenas de inspectores sanitarios encargados de que todos los productos, especialmente alimentarios, que entran o salen de España estén en óptimo estado para su consumo.
Su misión está clara y aún es más importante en los meses de verano: ningún bogavante, espárrago o fruta tropical que llegue en un avión al Aeropuerto de Madrid-Barajas debe estar en mal estado, igual que cualquiera de nuestros preciados productos ibéricos, tan cotizados en destinos exteriores como Japón y que cada vez son más exportados.
Al ser viernes los inspectores reconocen que están algo más tranquilos que otros días, ya que los picos de trabajo en el Puesto de Inspección Fronteriza (PIF) tienen lugar a principios de semana, especialmente "los domingos y los lunes", explican varios de ellos, que hoy hacen de guías por las instalaciones para, Concepción Dancausa, la delegada del Gobierno y por lo tanto, su jefa.
La primera parada de la comitiva, uniformada con los chalecos fosforescentes de rigor, se produce en uno de estos grandes frigoríficos -de un tamaño similar a una cochera para un autobús- donde, detrás de una puerta, espera Álvaro García Pérez, un inspector de Sanidad Exterior que explica a Efe cuál es su cometido.
"Mi misión es cotejar que todos los alimentos que entran de terceros países no comunitarios están en condiciones para consumir, para que la gente coma con seguridad", comenta García, quien le ha enseñado a la delegada del Gobierno la forma de actuar cuando una caja llega hasta sus manos.
En este caso le ha tocado lidiar con varios bogavantes vivos procedentes del continente americano, que el inspector ha examinado con cuidado antes de darles el visto bueno para que pudieran salir hasta el mercado o pescadería de destino.
Dancausa, acto seguido, no ha vacilado a la hora de ensalzar la labor de los más de 70 profesionales que allí trabajan y que, como ha subrayado, consiguen que "se pueda garantizar que los alimentos que comemos y que vienen del exterior cumplen con todos los parámetros de la Salud Pública".
Y es que, según los datos ofrecidos por la Delegación del Gobierno, durante el año 2014 se controló la importación de 3,7 millones de animales vivos; 25,7 toneladas de hortalizas y verduras, 8.941 toneladas de flor cortada y otras 277 de plantas vivas.
También durante el año pasado, pero en materia de exportación, se realizaron controles a 44.400 animales vivos, a 3.273.000 kilos de fruta y a 11,8 millones de productos alimenticios, que se dice pronto.
Precisamente uno de los productos españoles más cotizados en el exterior es el jamón ibérico, según confirma Elena Sáenz, una inspectora de Sanidad Animal que se afanaba en la supervisión de un paquete de butifarra ibérica que en unos días degustarán comensales nipones.
"Sobre todo se manda jamón ibérico a Japón, allí no escatiman", comenta la inspectora, quien entre risas y con voz afónica -como consecuencia de los contrastes entre frío y calor que vive en su puesto de trabajo- espera que "no aprendan a producirlo demasiado pronto".
Un poco más allá, en otra cámara frigorífica un poco más pequeña donde el termómetro marcaba entre 3 y 7 grados centígrados, un contingente muy numeroso de espárragos peruanos lucía gran aspecto, algo normal, ya que estaban perfectamente conservados y alejados de las altas temperaturas exteriores que podrían llegar a estropearlos.
Los espárragos, encantados; sin embargo, al paso por esta tercera cámara frigorífica los miembros de la comitiva han comenzado a notar que esas temperaturas tan frescas, mejor para las frutas, verduras y bogavantes que para las personas en pleno julio.
Acto seguido la visita ha llegado a su fin y con la vuelta de la normalidad para los inspectores y trabajadores del Punto de Inspección Fronteriza, un lugar en el que pocos reparan cuando compran un mango en la frutería o unas flores en la floristería, pero que es de vital importancia para mantener a punto la salud pública.
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