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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el del Congreso, José Bono, han rendido hoy homenaje al último presidente de la II República, Manuel Azaña, y al primer presidente del Gobierno tras la dictadura, Adolfo Suárez, por haber forjado las bases de la historia democrática española.

Zapatero y Bono han presidido el acto institucional organizado por la Cámara Baja para colgar los retratos de Azaña y Suárez, dos cuadros ovalados que se sumarán a la galería de eminentes personajes políticos que se exhibe en el vestíbulo de Isabel II.

No han asistido a la ceremonia familiares de Suárez, a pesar de estar invitados, pero sí varios amigos y miembros de su gabinete, además de la sobrina nieta de Azaña con su hijo, todos los portavoces parlamentarios y varios ministros.

Zapatero, que ha tenido ocasión de saludar al líder de la oposición, Mariano Rajoy, ha reivindicado en su discurso la capacidad de los españoles de ser "los únicos dueños" de su destinos y ha rememorado la confianza de los dos presidentes en el destino colectivo de España. "Es la confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad para salir adelante, para afrontar cualquier reto y hacerlo unidos, para ser los únicos dueños de nuestro destino y contribuir libre y pacíficamente a nuestros propios sueños lo que, pese a todas las diferencias ideológicas, sociales y políticas, siempre ha sido y será el vínculo en el que nos reconocemos los demócratas", ha dicho.

Zapatero ha recordado los momentos dramáticos a los que se enfrentaron Azaña y Suárez y cómo, a pesar de ello, siempre supieron que "ningún proyecto de convivencia puede construirse sobre el miedo y la amenaza" y que "la libertad no es un puerto seguro", sino un camino exigente. Un camino que requiere, ha recalcado, "respeto" hacia lo que se discrepa, "determinación cuando es necesaria y responsabilidad siempre".

En su opinión, tal vez en algún momento Azaña y Suárez se sintieron solos, como ocurre con las figuras que abren camino, pero ya no lo estarán porque cuentan con el reconocimiento de millones de españoles "agradecidos, libres y confiados en nosotros mismos".

Al ser preguntado después por los periodistas si, al igual que ellos, sintió en algún momento esa soledad, ha afirmado con rotundidad que no se podía comparar ni remotamente con Azaña o Suárez, ni con la situación que vivieron.

Por su parte, el presidente del Congreso, José Bono, ha aprovechado la próxima disolución de las Cortes para reivindicar la importancia del "templo laico de las leyes" y el papel en él de los dos presidentes. "Aun cuando otros se esmeren, mientras haya esa democracia que ambos propugnaron, la representación de los españoles no estará en ningún otro sitio más que aquí", ha recalcado.

Bono ha rememorado las palabras de "paz, piedad y perdón" que pronunció Azaña en un discurso en plena guerra civil en Barcelona y que después tomaron cuerpo, según él, durante el Gobierno de Suárez con la Constitución. Si Azaña es "el más grande parlamentario que ha alzado la voz en el Congreso", Suárez simboliza al "político de la transición".

Ha elogiado a Adolfo Suárez como un hombre generoso, "sagaz para esquivar las andanadas de quienes se creían propietarios de España, e inteligente para conocer el punto de vista de sus adversarios políticos, que no siempre fuimos ni templados, ni justos ni pocos".

Los retratos circulares o "tondos" de Azaña y Suárez se han sumado a otros 46 que cuelgan en el Congreso desde antes de 1934, cuando se colocaron los dos últimos: el del entonces jefe del Gobierno, Alejandro Lerroux, y el del entonces presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora.

Entre los asistentes al acto estaba hoy también la exvicepresidenta primera del Gobierno de Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega, y el histórico líder comunista Santiago Carrillo.

Ha recordado Bono que Carrillo era tal vez el único presente en el acto que trató tanto con Azaña como con Suárez, y se ha mostrado convencido de que algún presidente del Congreso colgará también su retrato en la Cámara.