El líder de Vox, Santiago Abascal | EFE
(Actualizado

La renuncia del hasta ahora portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa, ha abierto una nueva grieta en el partido y, aunque decir que empieza su declive parece un tanto aventurado, sí podría estar enfrentando la peor crisis interna desde su fundación hace apenas diez años.

De los cuatro rostros que acapararon los focos cuando a finales de 2018 empezó a despuntar, tres han sido desplazados -Iván Espinosa, Javier Ortega Smith y Rocío Monasterio-. Solo Santiago Abascal se mantiene en primera línea. Es lógico, es la marca de Vox.

Su liderazgo no está en cuestión, sí su forma de ejercerlo y algunos avisan de que si no se reconduce la situación, Vox puede seguir los pasos de otras formaciones surgidas en la última década que emergieron y se diluyeron con la misma rapidez.

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Desde Bambú lo niegan y hablan de relatos infundados e interesados, provocados por quienes han salido del partido y quienes siguen dentro pero han perdido peso después de haber sido excluidos de las listas electorales.

Como el economista Rubén Manso o el periodista Víctor Sánchez del Real, que dicen que Vox se ha alejado de sus orígenes y que Abascal ha seguido una estrategia equivocada en las elecciones generales, que les han llevado a pasar de 52 a 33 escaños en el Congreso.

Además le acusan de haber reducido estrechamente su círculo. Dentro de él, siguen manteniendo la máxima fuerza sus inseparables Enrique Cabanas, vicesecretario de Presidencia y amigo desde los primeros años de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), y Kiko Méndez-Monasterio, periodista reconocido por su capacidad estratégica y comunicativa.

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Por ellos tres pasan las principales decisiones del partido, pero influenciados cada más por Ignacio Garriga, el secretario general. En menor medida lo estaría haciendo el portavoz y vicesecretario de Acción Política, Jorge Buxadé, aseguran desde Bambú.

A Buxadé se le identifica con las posiciones conservadoras más extremas de Vox y los críticos le culpan de la marcha de Espinosa, de corte conservadora neoliberal, tras ganarle la partida ideológica en una disputa interna que, sin embargo, la dirección cree inventada.

La cúpula entiende que el protagonismo adquirido por Buxadé en los últimos tiempos por ser el portavoz del partido le ha puesto en el en el centro de la diana.

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Fuentes de la dirección desmienten además fricciones entre Abascal y Espinosa. Ambos se vieron el lunes en Cádiz, donde el líder de Vox se encuentra de vacaciones tras pasar unos días en Alicante. Allí hablaron largo rato sobre la decisión de Espinosa y sus motivos.

Aseguran que el hasta ahora portavoz en el Congreso, al que algunos veían como el único posible sustituto de Abascal, ya venía tiempo pensando en dejarlo por cuestiones estrictamente familiares, aunque estaban convencidos de que continuaría.

El anuncio del domingo de Vox de que apoyaría sin condiciones la investidura de Alberto Núñez Feijóo precipitó su renuncia al impedir la entrada de ministros de Vox en un hipotético gobierno presidido por el líder del PP.

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En el partido confían en recuperar antes o después a Espinosa para la primera línea. No en vano seguirá como militante, y se recuerda que ya fue secretario general de 2014 a 2016, que renunció y que en poco tiempo volvió.

Por ahora, sus atribuciones en Bambú como vicesecretario de Relaciones Internacionales las asumirá el propio Abascal.

Por lo demás, no se esperan muchos más cambios organizativos. Dependerá de la fuerza que logren sumar los críticos, a quienes la marcha de Espinosa les ha dado empuje para contraatacar en una lucha interna que, si Abascal no lo evita, promete ser encarnizada.

Si revitalizará el partido o si se lo llevará por delante, aún está por ver, pero lo que parece claro es que el líder de Vox debe empezar ya a tomar medidas.