Pedro Sánchez, del 'fracaso' al sueño de la Moncloa
Pese a la derrota, ha salvado los muebles
El candidato del PSOE, Pedro Sánchez, no ha podido hacer realidad su profecía de que ganaría las elecciones, lo que, como él mismo confesó en campaña, se trataría de un "fracaso", pero el resultado final le deja con expectativas de poder entablar combinaciones que le aupen a la Moncloa.
Las urnas han situado a Sánchez en una situación propicia para intentar formar gobierno en caso de que el PP no cuadre una ecuación que le dé la mayoría y, de paso, disipa en buena medida las incertidumbres internas que había sobre su liderazgo del partido.
SALVA LOS MUEBLES
Después de año y medio de dedicación estajanovista para devolver al PSOE al primer puesto, el secretario general, pese a la derrota, ha salvado los muebles. Cuando algunos pronosticaban una catástrofe ante el empuje de Podemos y Ciudadanos, Sánchez se mantiene en pie después de superar todo tipo de obstáculos desde que se embarcó en la carrera por liderar el partido tras el derrumbe de las elecciones europeas en mayo de 2014.
Coronado como sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba tras ganar en las primarias a Eduardo Madina, su misión era darle un lavado completo de cara y cuerpo al PSOE, para lo que contó con la bendición de la presidenta andaluza, Susana Díaz, después de que ésta optara por no competir con Madina.
Pero fue precisamente la sombra de Díaz la que le ha perseguido desde que Sánchez anunció con premura que, además de llevar las riendas del partido, también aspiraría a ser candidato a presidente del Gobierno.
Al desgaste físico por dar a conocer su proyecto ante la ciudadanía con vistas a las elecciones, primero las autonómicas y municipales y luego las generales, el líder socialista ha añadido los obstáculos que ha encontrado a nivel interno para hacer creíble su liderazgo.
El aceptable resultado en las urnas en mayo y la recuperación de buena cuota de poder territorial hicieron que los barones más críticos le dieran una tregua que le evitó batirse en primarias de nuevo. Con el camino más allanado desde junio, Sánchez continuó con su carrera de fondo para demostrar que podía lograr el oro el 20 de diciembre en la pugna electoral más competida de los treinta años ante el auge de Podemos y Ciudadanos.
Pese a que las encuestas han estado siempre del lado del PP, Sánchez ha mantenido su fe ciega hasta el último instante, reforzado por el chute de moral que se dio tras el cara a cara con Mariano Rajoy que pasará a la historia por el famoso "no es decente". Sánchez se resiste a renunciar a cumplir su sueño de ser el nuevo Felipe González del PSOE y liderar una nueva etapa reformista en España como la que hubo en 1982.
Como buen aficionado al baloncesto, sabe que aunque ha perdido el partido de las elecciones, con unos cuantos puntos de diferencia respecto al PP, aún queda la segunda parte, la de intentar formar gobierno, en la que aún tiene margen de remontada.
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