Audiencia Nacional | EUROPA PRESS
(Actualizado

El juez José Luis Calama ha procesado por terrorismo al hombre de 74 años detenido en Burgos por el envío de seis cartas con explosivos, en noviembre pasado, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la ministra de Defensa, Margarita Robles, a la empresa Instalaza en Zaragoza, a la Embajadas de Estados Unidos y Ucrania en Madrid y al centro de satélites de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz.

En su auto, el magistrado de la Audiencia Nacional explica que si bien no hay indicios de que pertenezca a un grupo terrorista organizado, las acciones que se le imputan, el contexto en que se produce (la guerra de Ucrania), la viabilidad de que los artefactos estallaran (como ocurrió en la Embajada de Ucrania -donde hubo un herido-) y los destinatarios de sus acciones, evidencian que está "presente el objetivo de alterar la paz pública".

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Calama entiende que con esos envíos transmitió "el mensaje de que nos encontramos ante unas acciones efectuadas por personas vinculadas a Rusia como represión hacia los intereses de España y Estados Unidos como consecuencia de su apoyo a Ucrania ante la ocupación rusa, como obligar a los poderes públicos de nuestro país a abstenerse del apoyo mostrado a favor de Ucrania frente a la agresión rusa”.

De hecho le califica como "antagonista" del apoyo prestado a Ucrania por los Gobiernos de España y Estados Unidos de América.

El magistrado detalla todos los indicios que sitúan al investigado, actualmente en libertad provisional, como autor del envío de los explosivos, entre ellos el registro en su casa, donde se hallaron varias varillas cilíndricas que pueden corresponder con el mismo tipo de cilindros que alojaban en su interior el pistón incendiario de los artefactos explosivos.

También fueron encontrados diferentes tornillos junto con muelles similares al “percutor” que se utilizó en los artefactos incendiarios; y taladros con brocas de precisión similares a las empleadas para su elaboración.

EL ADN DEL PROCESADO COINCIDE CON EL HALLADO EN LOS ARTEFACTOS EXPLOSIVOS

Otra de las pruebas señala que en los diferentes vestigios de ADN encontrados en los artefactos aparece un mismo perfil genético correspondiente a un varón.

Durante la investigación, se estableció un dispositivo de vigilancia sobre Pompeyo González. lo que permitió recoger una bolsa de residuos en un contendor cercano a su domicilio y que fue analizada en la Comisaría General de Policía Científica.

El resultado fue que el ADN coincidía "con el perfil genético recogido en los sellos y en las diferentes partes internas de los artefactos explosivos”, señala el auto.

Además, los sobres de cartón dirigidos al Ministerio de Presidencia, a la Embajada de EE.UU, y a Torrejón, que no explosionaron, se encontraron matasellados de forma parcial por el Centro de Tratamiento Automatizado (CTA) de Valladolid. Las imágenes captadas por las cámaras de seguridad pusieron de manifiesto que los siguientes artefactos habían sido procesados allí.

Una vez efectuada la trazabilidad de estos sobres en sentido inverso hasta los camiones de reparto, las rutas seguidas han permitido constatar que los anteriores envíos podrían haber partido de diferentes buzones exteriores de Burgos.

Además, el análisis de los sellos estampados ha determinado que las dos únicas expendedurías donde se pudieron comprar eran dos estancos de dicha ciudad.

Otro de los indicios apunta que las características de los sobres utilizados para los envíos conducen a una página web que comercializa su venta online (www.sobres.es).

De la información solicitada a esta empresa aparece que Pompeyo González, con domicilio en Miranda de Ebro (Burgos), el 5 de noviembre compró 25 sobres de estas características.

La investigación también llevó a solicitar a Amazon información sobre las compras del sospechoso.

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Adquisiciones que pusieron de manifiesto, dice Calama, que, entre junio y julio, adquirió un kilo de nitrato potásico puro, cable con mecha, interruptores y filamentos de cobre y bombillas incandescentes.

También que entre los meses de octubre y noviembre compró pegatinas adhesivas, bisagras, toda clase de tornillería, brocas de precisión, plantillas para dibujar los números y letras del abecedario.

El juez reseña que el análisis científico de estos productos permite constatar que las etiquetas autoadhesivas adquiridas son del mismo tipo que las que se colocaron en los sobres con el destinatario y su dirección, así como que las plantillas, con una alta probabilidad, fueron utilizadas para escribir los destinatarios y direcciones de envío, entre otras similitudes.