El presidente del PP, Mariano Rajoy, ve en el anticipo electoral "el caudal de confianza" que necesita España para salir de la crisis, pero siempre que sea su partido el que gobierne, pues así se instalarán en España "otras actitudes" basadas en "la moderación, el diálogo, la verdad y la transparencia".
Una hora después de que el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciara en conferencia de prensa que adelantaba las elecciones al 20 de noviembre, el líder de los populares ha comparecido en la sede del Partido Popular para recalcar que esta "buena noticia", a su juicio, "aunque tardía", es la que quería la mayoría de los españoles desde hacía tiempo, el PP también".
Como él mismo ha recordado, lleva pidiendo el adelanto de las elecciones desde el debate sobre el estado de la nación de junio de 2010. "Ahora los españoles tienen la palabra y podrán decidir; ahora serán ellos los verdaderos protagonistas", ha remarcado.
Rajoy ha anunciado que a la vuelta del parón de agosto su partido ha convocado ya cuatro foros para difundir el texto electoral: sobre empleo, sobre pymes y autónomos, sobre sector público y sobre educación. Todos ellos los fines de semana de septiembre.
La guinda será la Conferencia Programática de Málaga de los días 7, 8 y 9 de octubre.
Rajoy se dispone por tanto para su tercera campaña de elecciones generales, cuyo adelanto supone, ha dicho, "el impulso y el caudal de confianza y determinación" necesarios para "salir de la grave situación" económica y "mirar el futuro con ilusión".
Sin embargo, con el paro en el 20 por ciento, el desempleo juvenil en el 46 y con la prima de riesgo por encima de los 300 puntos, la recuperación para Rajoy no parece tan garantizada, ni siquiera a partir de la mejora que hoy apuntaba la EPA.
Por ello, ha confesado que es "consciente" de que "el Gobierno que salga de las urnas tendrá por delante una tarea muy difícil".
De lo que hará si gana los comicios, ha dado unas cuentas líneas generales, como que regresará la estabilidad presupuestaria y el "déficit cero" a las administraciones, que no se gastará más de lo que se ingresa, que se ayudará a los emprendedores, cambiará el modelo energético y prevalecerá la lealtad institucional.
Concreciones ha dado también unas cuantas: no tiene intención de hacer recortes sociales, aplazará a diez años la devolución de la deuda a las comunidades autónomas, pagará el Fondo de Competitividad y reunirá al sector del turismo poco después de formar su Ejecutivo.
Pero más que esas medidas precisas, Rajoy considera urgente que vuelvan "otras actitudes".
A su juicio, la recuperación económica, la solvencia del estado de bienestar y la buena salud de las instituciones culminarán si el 20 de noviembre vence el líder del PP, pues, como ha prometido, hará un Gobierno basado en "otras actitudes" como "el centro, la moderación, el diálogo, la verdad, la transparencia y la responsabilidad".
Rajoy, con todo su partido detrás, se presentará a las elecciones con una petición de "mandato claro y reformista", amparado a ser posible por una amplia mayoría, y con las promesas, no ya de que hará un Gobierno de moderación, sino de que apostará por la concordia y la unidad de todos los ciudadanos.
Si todo eso cuaja, ha enfatizado, España resistirá los embates de los mercados y de las agencias de calificación, ya que habrá "un programa claro a cuatro años y coraje para hacer bien las reformas que hay que hacer".
Al candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, no le ha mencionado nunca, y si se ha referido a él indirectamente ha sido para ironizar sobre que el PSOE haga una campaña limpia y para decir que él estará encantado de debatir por televisión.
Sí ha asegurado varias veces que su confianza en que los españoles tienen capacidad para salir de la crisis es absoluta.