El ex vicepresidente económico Pedro Solbes ha asegurado que de su etapa en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se arrepiente de haber aceptado presentarse a las elecciones de 2008 en las listas del PSOE.
Durante la presentación de su libro "Recuerdos" (Ediciones Deusto), Solbes ha explicado que para entonces ya eran evidentes sus diferencias en materia de política económica con Zapatero.
No obstante, ha contado que pensó que su marcha podría haber sido mal percibida en el contexto internacional en un momento en que las cosas empezaban a ir mal para la economía española.
Según ha dicho, la principal discrepancia estuvo en torno a las medidas a aplicar para evitar o suavizar la crisis económica que ya se percibía.
En este sentido, Solbes no era partidario de hacer una política expansiva del gasto, mientras que Zapatero abogaba por usar el margen presupuestario que aún existía para estimular la economía.
Así fue como el Gobierno planteó el Plan E de inversión pública a través de los ayuntamientos que "abrió todavía más la brecha" que le separaba del presidente, según cuenta Solbes en su libro.
DESCRIBE SU DESENCUENTRO CON ZAPATERO
Solbes asegura que su relación con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero fue buena en lo personal, pero con grandes discrepancias en lo ideológico, fundamentalmente en materia económica, lo que atribuye sobre todo a la diferencia generacional.
En una entrevista con Efe con motivo de la publicación hoy de su libro "Recuerdos" (Ediciones Deusto), Solbes destaca que apoyaba su proyecto social y sus ambiciones de renovación de la sociedad, pero no su visión de la política económica, muy distante de la ortodoxia que él pretendía aplicar.
En el libro cuenta que decidió volver a Madrid y dejar su cargo de comisario económico europeo porque se sentía en deuda con el PSOE y pensó que tenía que "echar una mano", sobre todo después de que se lo pidieran Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba o Luis Ángel Rojo, entre otros.
Solbes pensaba en aquel momento que Zapatero era un persona "con ilusión y buena voluntad", pero ya se temía que la diferencia de visiones podría causar problemas, como comprobó con una de las primeras decisiones tomadas por el entonces presidente y que fue motivo de su primer enfrentamiento: la subida del Salario Mínimo Interprofesional.