El cese de Tomás Gómez como líder del PSM ordenado por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha avivado el ruido interno en el PSOE a tres meses de las elecciones autonómicas y andaluzas, suscitando reacciones en las federaciones socialistas que impiden asentar la calma en el partido.
A pesar del carácter inédito de la medida y de lo incierto de sus efectos, la dirección federal se muestra convencida de que es una decisión "compartida por el conjunto del partido" y por la mayoría de sus bases, aunque sorprende el silencio de la andaluza Susana Díaz, enfrascada en la precampaña de las elecciones del 22 de marzo.
Dos días después de la destitución de Gómez, Pedro Sánchez ha obtenido el respaldo expreso de las federaciones de Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, País Vasco, Asturias, Cantabria, La Rioja, Baleares y Aragón.
Otro bloque de federaciones ha optado por un apoyo tibio o cogido con pinzas, más por acatamiento y respeto que por convicción firme, entre los que están los 'barones' de la Comunidad Valenciana, Cataluña, Canarias y Navarra.
El respaldo más acérrimo ha sido el del secretario general del PSOE de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, quien ha subrayado que Sánchez no tenía por qué consultar "nada" con los secretarios territoriales en "las cosas que son de su competencia", después de que más de uno se enterara por la prensa.
Tras los últimos roces con Sánchez, el secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, también se ha aliado en favor de la dirección federal.
"En momentos de turbulencias, de cirugía, yo siempre apoyaré al cirujano. El capitán del barco necesita toda la confianza", dijo metafóricamente García-Page ayer, jueves.
A los 'barones' partidarios del 'sí' al cese, se han unido voces de peso como los diputados y exministros Manuel Chaves, Jesús Caldera y Trinidad Jiménez, quien pugnó en las primarias con Gómez en 2010.
Lo ha hecho igualmente el portavoz parlamentario, Antonio Hernando, aunque fue el último en salir en defensa de Gómez para que siguiera de candidato en la víspera de su destitución, cuando aún no se conocía la orden que iba a dictar.
Entre los tibios, el más elocuente ha sido Ximo Puig, el secretario general de la Comunidad Valencia.
Algo molesto por enterarse por la prensa, Puig augura que la convulsión interna no transmite un buen mensaje al electorado y provoca inestabilidad y "desazón".
Más ajeno al alcance de la destitución de Gómez, el PSC se ha tomado este asunto con una "mezcla de preocupación y respeto" ante lo "extremo" de la medida, según su primer secretario, Miquel Iceta, uno de los grandes valedores de Sánchez frente a la 'amenaza' de Susana Díaz.
Es precisamente la presidenta andaluza la que encarna la mayor incógnita al no haberse pronunciado aún sobre si le parece bien o mal la destitución del 'barón' madrileño.
Su silencio y el de otros dirigentes andaluces no preocupan en exceso en Ferraz, aunque tampoco esconden que el respaldo de la presidenta daría un aval al puñetazo en la mesa dado por Sánchez.
Díaz se ha limitado por ahora a decir que no ha hablado con el secretario general del PSOE sobre la crisis del PSM, lo que alimenta la tesis de que no fue consultada sobre la medida.
La presidenta solo ha declarado que la "unidad" es lo que predomina en la federación andaluza y que "siempre" pone los intereses de los ciudadanos por encima de los del partido, dos argumentos en clave que han dado pie a distintas lecturas.
Otro dirigente que ha guardado silencio es Eduardo Madina, rival de Sánchez en las primarias de julio y quien se mostró crítico esta semana con la firma con el PP del pacto contra el terrorismo yihadista.
Quien ha mostrado más rechazo ha sido Carme Chacón, integrante de la Ejecutiva federal, que en la reunión de la dirección en la que se comunicó el cese de Gómez, lo calificó de error y de ser inoportuno a tres meses vista de las elecciones.
A los críticos se ha unido el diputado y expresidente de la Junta de Castilla-La Mancha José María Barreda, para quien este tipo de cosas "nunca son positivas".