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Un muro humano que lo amparaba, un sombrero de paja para camuflarse y un coche a punto con una silla de ruedas como disimulo: así fue como el expresidente de Cataluña, Carles Puigdemont, logró burlar la vigilancia de los mossos que intentaban detenerlo y huir sin que, hasta el momento, se conzca su paradero.

Unas maniobras de distracción planificadas al detalle, al abrigo del multitudinario acto de "bienvenida" que Junts y las entidades soberanistas organizaron para recibir a Puigdemont, propiciaron que el expresidente catalán esquivara a unos Mossos que carecían de información sobre sus pasos previos y que, como ha reconocido hoy viernes el comisario jefe Eduard Sallent, creyeron en sus palabras de que asistiría al pleno de investidura, a riesgo de ser detenido.

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Una huida que ha puesto de nuevo en jaque a unos Mossos d'Esquadra sobre los que han llovido las críticas de los principales partidos políticos del país, así como de miembros de otros cuerpos de seguridad del estado y de la propia organización de los mossos.

Sin pistas de "inteligencia"

Los Mossos d'Esquadra no disponían de "operación operativa y de inteligencia" sobre el paradero de Puigdemont ni tenían pistas de cómo ni cuándo regresó a territorio español, ha reconocido el propio Sallent.

Sin pistas de inteligencia, los agentes de paisano desplegados en la zona del Arc de Triomf donde se había organizado el baño de masas de Puigdemont lo vieron en el mismo instante que el resto de ciudadanos que seguía el acto por televisión.

La policía catalana, además, se fió de Puigdemont y los miembros de su partido, que llevaban días apuntando a que el expresident estaría presente en el Parlament para la investidura de Illa, sin que se les ocurriera la posibilidad de una huida.

Sus acompañantes renuncian a la escolta

Rodeado en todo momento por sus seguidores, Puigdemont subió al escenario y se dirigió a los suyos en un breve discurso de poco más de cuatro minutos.

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En cuanto terminó, despidiéndose con un equívoco "no sé cuándo volveremos a vernos", abandonó rápidamente la tarima junto a Turull y a su abogado Gonzalo Boye y se adentró en la comitiva de cargos que avanzaba hacia el Parlament.

Una comitiva integrada, entre otros, por el presidente del Parlament, Josep Rull -segunda autoridad de Cataluña-, y otros cargos electos -entre ellos los expresidents Artur Mas y Quim Torra. Ninguno de ellos iba acompañado de escolta, porque los que cuentan con ese servicio de protección de Mossos habían renunciado a él esa misma mañana.

Los agentes de la Comisaría de Información, que estaban desplegados en la zona de paisano, intentaron acercarse a Puigdemont en ese momento, pero "una masa de personas configuró un muro" que les cerró el paso, ha detallado Sallent.

Sombrero de paja y silla de ruedas

Oculto entre la masa que lo arropaba, Puigdemont aprovechó entonces para deslizarse hacia una carpa próxima montada con motivo del acto, donde tanto él como Turull se colocaron un sombrero de paja, idéntico al que usaban los miembros de la organización del acto.

Desde allí, se movieron con rapidez hasta un turismo de color blanco -propiedad de un mosso d'esquadra, ya detenido- que llevaba una silla de ruedas sobre el asiento del copiloto, visible desde fuera, con lo que podía pasar por un coche de discapacitado con permiso para estacionar en una zona privilegiada.

El coche que llevaba a Puigdemont, un Honda de color blanco, emprendió la huida a toda velocidad , siendo perseguido por los Mossos d'Esquadra con una conducción "no rectilínea" que hizo pensar a los mandos policiales que planeaba entrar por otra de las puertas del recinto de la Ciutadella para acceder al Parlament.

No fue así. El turismo de Puigdemont giró por el paseo Circumval.lació, aún con el coche de los Mossos detrás, pero un semáforo en rojo cerró el paso al vehículo policial y dio al expresidente de la Generalitat unos minutos de ventaja que fueron claves para asegurarse la huida, en una zona cercana a las rondas que permiten cruzar Barcelona a toda velocidad.