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Organizados en células de no más de 15 personas, celebran sus reuniones clandestinas en pisos o garajes. Los seguidores del Takfir Wal Hijra en nuestro país, la doctrina más radical del yihadismo (el propio Osama Bin Laden les parecía demasiado blando), intentan por todos los medios pasar desapercibidos. Pueden incluso incumplir los preceptos más estrictos del Islam, como comer cerdo, practicar sexo y beber alcohol. “Los takfir son los individuos más peligrosos, entre otras cosas porque son los que mejor interiorizan la táctica del disimulo dentro de las comunidades no musulmanas”, explica Carlos Echeverría, analista de terrorismo yihadista en el Grupo de Estudios Estratégicos. Suelen tener el permiso residencia en nuestro país e incluso algunos la nacionalidad española. Es el caso de Rachid Wabid, un taxista de Ceuta que narraba en un vídeo la preparación de un atentado y se suicidaba poco después con un camión bomba en Siria el verano pasado.

Según las fuerzas de seguridad, una veintena de estos yihadistas se han trasladado a Mali para unirse a las filas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), una organización que domina en el Sahel un territorio el doble de grande que España. “Es una multinacional terrorista, hay malienses, africanos, europeos, españoles…”, afirma Sekou Dit Gaussou Cisse, embajador de Mali en nuestro país. Al Qaeda en el Magreb Islámico echa mano de la doctrina Takfir para justificar su principal vía de financiación: el tráfico de drogas, armas y personas. A tan sólo 1.100 kilómetros de España, su líder Abu Musab Al Wadoud, sitúa la recuperación de Al-Andalus entre sus principales objetivos.

La amenaza no es nueva. Los terroristas llevan campando a sus anchas más de una década por la zona. Según el Teniente Coronel Díez Alcalde, del Instituto de Estudios Estratégicos, “Se aprovechan de la porosidad de las fronteras, la pobreza de la zona y la fragilidad de los Estados de la zona para instalar sus campamentos terroristas itinerantes”. Los expertos afirman que la intervención francesa en Mali ha aumentado el efecto llamada y, según los análisis, se ha duplicado el número de yihadistas en la zona