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El caudal del río Ebro se ha mantenido alto este miércoles por las maniobras de desembalse que se realizan en los pantanos de Mequinensa, Riba-roja y Flix, pero sin registrar incidentes "remarcables", ha informado Protección Civil en un comunicado.

El Consorcio de Aguas de Tarragona ha informado de que no hay ninguna incidencia en el suministro de agua de consumo en las poblaciones de la zona, y que está garantizado durante tres días, aunque hubiera un corte en la captación de agua del río, hecho que no se prevé con los caudales actuales.

El aumento del caudal de este miércoles prevé que en las próximas horas se produzcan inundaciones en campos y zonas bajas de algunos municipios, por lo que Protección Civil ha recomendado limitar actividades de ocio y profesionales en estos ríos.

Mientras los vecinos de los pueblos de la ribera del Ebro aragonesa se encuentran algo más tranquilos y tratan de sobreponerse como pueden a la mayor riada que recuerdan, mientras miran de reojo al río, del que no se fían.

No por caudal, porque éste no llegó ni de lejos a niveles de 1961, pero sí por el nivel de agua alcanzada. El río ha llegado a puntos donde hasta ahora jamás había entrado, coinciden en asegurar a Efe varios alcaldes de la ribera, que defienden que el río necesita una limpieza para evitar estas crecidas tan importantes.

Por ejemplo en Boquiñeni, su alcalde, Miguel Ángel Sanjuán, explica que el río "jamás" había intentado entrar al pueblo por la parte norte como lo hizo hace tres días cuando en esta localidad se tuvo que romper literalmente la carretera para evitar que el desbordamiento del río inundara el núcleo urbano. "Está claro que es la mayor riada que se recuerda", afirma el alcalde.

En Pradilla, el río superó los ocho metros de altura. Para hacerse una idea, "hoy pasa a seis metros y todavía está alto", describe su alcalde, Eduardo Moncín.

Los 980 vecinos de Boquiñeni, donde la Guardia Civil revisó casa por casa, fueron desalojados en su totalidad el sábado, al igual que los de Pradilla. En este último pueblo, de 650 vecinos, solo permanecieron los que se quedaron a "trabajar", en el primero ni eso pudieron.

Pese a la alarma generada finalmente los núcleos de ambos pueblos se salvaron de la riada, aunque hoy están achicando el agua de corrales especialmente, ya que en algunos sitios se están produciendo filtraciones como consecuencia del nivel alto de agua. Ahora es tiempo de priorizar por donde se empieza a retirar el agua, afirma el alcalde de Boquiñeni.

ARAGÓN: 28.000 HECTÁREAS AFECTADAS POR LA RIADA

En Aragón, unas 28.000 hectáreas han quedado afectadas por la riada y unas 4.000 explotaciones agrícolas y ganaderas, según datos de la organización agraria COAG. En Boquiñeni, aunque volvieron a sus casas, aún no tienen agua potable por las filtraciones de un depósito de gasóleo que estaba abandonado. Hoy han llegado 1.000 litros de agua para abastecer a la población, describe el regidor.

El resto de alcaldes de la ribera también coinciden en la envergadura de la crecida e incluso el de Gallur, Antonio Liz, va más allá y desconfía de los datos que les han dado. "Si el río alcanza un caudal de 2.600 metros cúbicos de agua por segundo en Zaragoza es imposible que pase a 2.500 por Castejón (Navarra)", explica.

"Como mínimo ha tenido que pasar con un caudal de 3.000 metros cúbicos por segundo por Castejón. El río no mana camino a Zaragoza, al revés va perdiendo caudal", argumenta.

En Novillas, el primer pueblo que se encuentra el Ebro en Aragón, y donde la punta de la crecida llegó el viernes, están "nerviosos todavía porque se han roto todas las defensas y esto parece "el mar", describe José Ayesa, su alcalde. En este municipio, el agua afectó a unas treinta casas, a 1.600 hectáreas de cultivo y hay multitud de granjas aisladas.

En Novillas, según su alcalde, "siempre" están con "la espada de Damocles por el río. Ahora lo que hace falta es sentarse todos a planificar y buscar una solución". En Pina de Ebro, donde el lunes permanecieron en vilo 24 horas a la espera de si eran desalojados o no, también están achicando agua y tratando de reponerse "no solo del susto", sino también restableciendo los servicios.

En este pueblo, está cortada la carretera a Fuentes de Ebro, donde está el consultorio médico. "Si hubiera una emergencia habría que ir por Zaragoza, lo que implica recorrer unos 70 kilómetros", afirma la alcaldesa, Teresa Martínez. Para evitar esto, se está habilitando el consultorio de Pina, pero esto lleva tiempo y trabajo.

En la ribera del Ebro aún no respiran tranquilos porque no se pueden reparar en su mayoría las motas de contención, que están encharcadas de agua y hay que esperar a que sequen, mientras miran de reojo al río por si llegara otra crecida.

El Ebro abandona Aragón tras pasar el embalse de Mequinenza, que, según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) de las 13.00 horas, está al 100,70 por ciento de su capacidad, con 1.544,708 hectómetros cúbicos de agua. En este punto, la alcaldesa de Mequinenza, Magdalena Godia, explica que están preocupados pero no alarmados porque el embalse tiene un margen de 3 metros de altura.