Los tres excursionistas acusados de provocar el incendio de la provincia de Guadalajara que en 2005 acabó con la vida de 11 personas y arrasó casi 13.000 hectáreas han dicho hoy que el fuego no se inició en la zona de la barbacoa que estaban preparando, sino en un campo de cereal a 40 metros.
Así lo han dicho hoy Marcelino H., Juan José J.C. y Iasson K., éste último de nacionalidad alemana, durante su declaración en la primera jornada de la vista oral que se celebra en la Audiencia de Guadalajara y para quienes el fiscal pide dos años de cárcel por un delito de incendio por imprudencia grave y casi catorce millones de indemnización por los daños ocasionados al Gobierno regional.
El primero en declarar ha sido Marcelino, quien ha señalado que estaba solo al cargo de la barbacoa cuando escuchó un ruido y que al darse la vuelta vio un "fuego redondo" de unos dos metros y medio de altura y a cuarenta metros de la zona de las parrillas donde él estaba. "No me considero imprudente por haber hecho la barbacoa y creo que todas las medidas que se tomaron fueron correctas. Nunca tuvo previsto que fuera a provocar un incendio, ni lo prevenía ni lo provoqué", ha dicho Marcelino, el único de los tres procesados que ha contestado a las preguntas de todas las partes, ya que los otros dos solo respondieron al fiscal y a la defensa.
En similares términos se han expresado los otros dos encausados, que han rehusado responder a las preguntas de las cinco acusaciones particulares, y han defendido que tampoco cometieron imprudencia, como les acusa el fiscal y las familias de las víctimas, que les reprochan que no vigilaran las llamas en un día de viento y fuerte calor.
A este respecto, los excursionistas han afirmado que el día del incendio, a primera hora de la tarde del 16 de julio de 2005, no era un día especialmente grave para los incendios, pues era "un día de verano agradable".
Los tres han reconocido que el guardia de la Cueva de los Casares (lugar que acababan de visitar) les pidió que tuvieran cuidado, aunque ellos no lo tomaron como una "advertencia", según han dicho.
EL GUARDA CONTRADICE LA VERSIÓN DE LOS EXCURSIONISTAS
Por su parte, el testimonio del guarda de la Cueva de los Casares (lugar que acababan de visitar), Emilio Moreno ha defendido en todo momento que advirtió a los acusados de que era "una temeridad" hacer una barbacoa ese día cerca de un campo de cereal. "Ni al más tonto de mi pueblo se le ocurre ese día ponerse a hacer fuego", ha manifestado Moreno, quien ha añadido que, si Marcelino H. le hubiera hecho caso, "ni se habría quemado el monte ni habrían muerto once personas".
También ha negado que hubiera allí cubos ni botellas "ni nada de agua" cuando él dejó la zona, a pesar de que se trataba de un día de "calor excesiva" y de que el viento soplaba fuerte.
Algo que también ha ratificado el guardia civil que acudió primero a la Cueva de los Casares una vez que el incendio ya se había originado, y que ha añadido que el día "era muy seco y había mucho viento".
El guardia civil ha identificado en el acto a Marcelino H. como el hombre que había iniciado la barbacoa, y ha afirmado que éste le dijo que el fuego se "podría haber iniciado en un rastrojo junto a la barbacoa". Al igual que él, todos los guardias civiles y testigos que han declarado hoy han afirmado que Marcelino H. se responsabilizó desde el primer momento de la barbacoa.
Según la Fiscalía, las llamas se originaron a primera hora de la tarde del 16 de julio de 2005 en La Riba de Saelices, cerca de la Cueva de los Casares que los excursionistas habían visitado, y que se propagaron por otros diez términos municipales que acabaron con 12.874 hectáreas, de las que más de 10.000 fueron de terreno arbolado.
Al día siguiente de originarse el fuego fueron hallados los cadáveres de los once trabajadores del retén de Cogolludo que quedaron atrapados por las llamas al ser sorprendidos por un fenómeno de propagación del fuego "imprevisible y fortuito, que no puede imputarse a la acción de los procesados", sostiene el ministerio público.
A los tres acusados se les piden penas de cárcel que van desde los dos años que pide la Fiscalía, hasta los siete que solicita la acusación de la Junta de Comunidades, mientras que el abogado defensor pide la absolución.
El juicio continuará este martes por la mañana con la declaración de los peritos.
MURIERON 11 MIEMBROS DEL RETÉN DE COGOLLUDO Y ARRASÓ 13.000 HECTÁREAS
La Audiencia Provincial de Guadalajara celebrará a partir de este lunes el juicio contra M.H.S., J.J.J.C. e I.K., los tres procesados por el incendio de la Riba de Saelices (Guadalajara), que en julio de 2005 acabó con la vida de los 11 miembros del retén de Cogolludo y arrasó 13.000 hectáreas de bosque y pinares en Guadalajara, para los que la Fiscalía pide dos años de cárcel para cada uno, 3.600 euros de multa y una indemnización a la Junta de 13,9 millones de euros.
La Junta reclama esta indemnización por los gastos de extinción del incendio, para sufragar los daños producidos en vehículos, las indemnizaciones por daños materiales a los perjudicados y los trabajos y los planes de urgencia llevados a cabo en la lucha contra el fuego.
Según se desprende del escrito de acusaciones, el fiscal considera probado que en la mañana del 16 de julio, los tres procesados acudieron junto con otras seis personas a visitar la Cueva de los Casares con la intención de, tras la visita, preparar en un merendero una comida de carne a la brasa utilizando las barbacoas instaladas en el paraje.
Para encender el fuego, el procesado M.H.S. recogió leña y utilizó dos de las barbacoas del merendero, en las que encendió fuego utilizando papeles, pasto seco, leña y piñas secas, en lo que le ayudaron los otros dos procesados, según la versión del Ministerio Fiscal.
La Fiscalía asegura que no se adoptaron las medidas elementales de precaución, y que durante la preparación de la comida carecían de un recipiente con agua para humedecer el terreno contiguo, tierra para apagar un posible fuego, y no se vigiló de forma rigurosa la hoguera.
Dicho riesgo, según el fiscal, se hizo patente cuando una primera brasa cayó al suelo, siendo apagada por los procesados, pese a lo cual descuidaron el fuego, por lo que a las 14.40 horas, una brasa cayó sobre hierba seca que actuó como combustible, favoreciendo la propagación del fuego hacia las zonas de vegetación.
Durante la evolución del fuego, que fue controlado el 21 de julio y extinguido el dos de agosto de 2005, fallecieron 11 operarios del retén de extinción y se vieron afectados 11 términos municipales. Según la Fiscalía, se ha calculado que la superficie carbonizada por el incendio fue de 12.874 hectáreas.
Como consecuencia del incendio, el fiscal destaca la eliminación de cubierta vegetal, destrucción de poblaciones de especies animales y vegetales, alteración de la textura del suelo, pérdida de elementos bióticos e incremento de la erosión.