Nuevas marcas, viejos conocidos. Hasta en 12 ocasiones, esta es ya la décimo tercera, ETA Batasuna ha intentado colarse, hasta hoy con éxito, en las elecciones. Lo ha hecho además sin condenar la violencia y arropando abiertamente a los asesinos. Es la historia del brazo político de los terroristas que comenzó en 1.978 con Herri Batasuna.
Desde finales de los setenta, ETA ha procurado contar con un entramado que fuera su portal político y le procurara un flujo constante de fondos procedentes de las arcas públicas. Lo primero fue Herri Batasuna, cuya cabeza más visible fue Jon Idigoras, un antiguo novillero reciclado en abertzale radical.
Duró hasta 1997, cuando la dirección acabó en prisión condenada por enaltecimiento del terrorismo.
Se monta entonces Euskal Herritarrok y enseguida, Batasuna. Con la primera formación lograron 14 escaños en el Parlamento vasco y un pacto de Gobierno con con Ibarretxe, quien rompió con ellos tras el asesinato de Fernando Buesa. Batasuna, con Otegi como cabeza visible, duró poco, desde 2001 hasta marzo de 2003 cuando es ilegalizada, junto a HB y Euskal Herritarrok, y sus dirigentes imputados en un delito de pertenencia a ETA.
Pero hay que seguir en las instituciones como sea: plataformas electorales pueblo por pueblo, listas blancas e infiltración en partidos veteranos, como el PCTV y ANV. Aunque al fin son ilegalizadas, logran comunmente su objetivo: el PCTV nueve escaños en el Parlamento vasco, ANV concejalías y ayuntamientos en las municipales de 2008, donde siguen gobernando como no adscritos a ningún partido. En los dos últimos casos el proceso se produjo durante la negociación con ETA. Los últimos intentos, como Democracia Tres Millones, fueron desactivados a tiempo.