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El mar Mediterráneo, el océano Pacífico, Atlántico o Índico tienen residuos plásticos en su superficie, pero no solo. Un nuevo estudio constata que también el Ártico acumula grandes cantidades de este material, transportado hasta allí por corrientes oceánicas desde las costas de EE.UU. o noroeste de Europa.

Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Science Advances, en el que sus autores advierten de que los plásticos, con solo unas décadas de uso, se han convertido "ya en un serio problema" con posibles implicaciones para la vida marina.

Por eso, los autores hacen hincapié en la necesidad de manejar correctamente la basura plástica en los lugares de consumo porque una vez que entra en el océano su destino puede ser impredecible.

Aunque el estudio concluye que el plástico flotante del Ártico representa actualmente menos del 3 % del total mundial, su acumulación irá creciendo, por lo que los potenciales efectos de este flujo de contaminación son "especialmente preocupantes".

Los autores, liderados por el español Andrés Cózar, de la Universidad de Cádiz, demuestran que, si bien el Círculo Polar Ártico alberga escasa población -esto significa que son pocos los residuos plásticos que allí se generan-, los mares de Groenlandia y Barents (al este de Groenlandia y norte de Escandinavia) albergan grandes cantidades de residuos plásticos, en concreto de microplásticos.

Ello se debe en parte por el creciente tráfico marítimo en la región, pero sobre todo por el transporte de basura por corrientes oceánicas desde las pobladas costas del Atlántico Norte, según Cózar, para quien los mares de Groenlandia y Barents son un "callejón sin salida" en el transporte de basura flotante por las corrientes.

Albergan más de 300.000 millones de fragmentos -principalmente, del tamaño de granos arroz- de polietileno y polipropileno, polímeros empleados en la elaboración de productos de uso diario como bolsas, envases de comida o juguetes, confirma a Efe Cózar, quien concreta que los datos se han extrapolado a partir de muestreos realizados en torno a todo el casquete polar ártico.

El equipo de este estudio está compuesto por 12 instituciones de 8 países, entre ellas la Universidad de Harvard, el Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (centro mixto del CSIC y Universidad de las Islas Baleares), el Azti-Marine Research o la Fundación vasca para la ciencia-Ikerbasque (ambos en el País Vasco).

El trabajo es fruto de la colaboración de dos programas de investigación marina: Tara Oceans Expeditions (Francia) y la Expedición Malaspina, dirigida por el español Carlos Duarte.

El buque de investigación Tara es el que circunnavegó el casquete polar ártico y muestreó los microplásticos durante cinco meses con objeto de completar el mapa global de contaminación por plástico flotante, señala una nota de prensa de la expedición francesa.

El citado mapa global se empezó a diseñar hace unos años, con la publicación de varios estudios también liderados por Cózar.

En esos estudios, uno publicado en la revista PNAS en 2014 y otro en la revista Plos One un año más tarde, se constataba que existen cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en el océano abierto, que coinciden con los cinco grandes giros de agua superficial en los que se organiza la circulación del océano global: Pacífico Norte y Sur, Atlántico Norte y Sur e Índico.

Además, que las concentraciones de plásticos en la superficie del Mediterráneo son tan altas como las de los citados océanos.

"Ahora hemos demostrado la existencia de plásticos también en el Ártico", resume Cózar, quien afirma que si bien aún no se comprenden bien sus efectos sobre los océanos, sí se sabe que sus consecuencias se sentirán a gran escala, incluso en ecosistemas tan remotos como el Ártico.

Para este trabajo no se han muestreado los fondos, pero Cózar recuerda que, al convertirse el Ártico en un "callejón sin salida", probablemente el plástico allí acumulado acaba bajando al fondo.

Asimismo, afirma que si bien este artículo no lo analiza, existen estudios que demuestran la ingestión de plástico por parte de pequeños peces (base de la cadena trófica), tortugas o focas.

Los científicos también usaron para este artículo de Science Advances datos de unas 17.000 boyas distribuidas por los océanos.

El siguiente paso será publicar datos del Mar Rojo y estudiar las costas del este asiático y las aguas de la Antártida.

Aquí la previsión es que los plásticos sean pocos; a diferencia del Ártico, este continente no tiene tierra alrededor y sí una corriente "muy potente" que lo rodea y actúa como "frontera".