Cartagena abre la Puerta Grande en Madrid, y a Ventura se la cierra el palco
El rejoneador Andy Cartagena abrió la Puerta Grande de Las Ventas en el primer festejo de la especialidad de la Feria de San Isidro, mientras que a Diego Ventura se la cerró el palco, al concederle una sola oreja tras una faena magistral al quinto.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros reglamentariamente despuntados para rejones del hierro portugués de María Guiomar Cortés de Moura, de buen juego en conjunto, a excepción del lote formado por tercero y sexto, mansos y muy distraídos.
Andy Cartagena: pinchazo y rejón (silencio); y rejón (dos orejas).
Diego Ventura: dos pinchazos, medio rejón y descabello (silencio); y pinchazo y rejón (oreja con fortísima petición de la segunda, y bronca al palco por denegarla)
Manuel Manzanares: rejón (silencio); y pinchazo y rejón caído (silencio).
La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde entoldada.
CON PERMISO DE TOMÁS
El foco de atención de la jornada taurina del sábado, sin duda, estaba puesto en Jerez de la Frontera, en la corrida en la que José Tomás volvía a torear en ruedos españoles tras dos años sin hacerlo.
Pero con permiso del torero de Galapagar, hoy en Madrid se vivió una gran tarde de rejoneo cimentada en dos faenas sublimes, la de Cartagena al cuarto, que le valió el doble trofeo, y, sobre todo, la de Ventura al quinto, premiada con una sola oreja por culpa de un presidente cicatero que no supo o no quiso valorar en su justa medida una de las faenas más importantes del hispanoluso en Madrid.
Fue ésta una labor de raza, muy de verdad de Ventura, que, espoleado por el triunfo del compañero en el toro anterior, formó un auténtico lío con "Sueño" y sus vibrantes quiebros dejándose venir al toro de punta a punta, reculando con el equino y fintando en una perra gorda prácticamente en el encuentro. La plaza, un manicomio.
Espectaculares fueron también las cabriolas y levantadas con "Remate", con el que puso dos cortas al violín como perfecto corolario a una importantísima faena que tuvo el único borrón en el pinchazo previo al rejón definitivo, algo a lo que tuvo que agarrarse el usía para no concederle el doble trofeo. Un auténtico sinsentido.
Su primero tuvo buen tranco, uniforme en las embestidas, con fijeza y alegre son, con el que Ventura, sin embargo, anduvo con algunas desigualdades.
Lo mejor, los emocionantes galopes sobre Nazarí, templando al astado, al que llevó cosido literalmente a la grupa. Bien aquí Ventura que, en cambio, bajó el diapasón con dos pasadas en falso montando a "Ritz" antes de ejecutar un doble quiebro para dejar arriba la banderilla. Se atascó después Ventura con los aceros finales, tirando todo por la borda.
Volvía Andy Cartagena a Madrid después de un año de ausencia, y lo hizo para demostrar por enésima vez que es uno de los grandes del toreo a caballo, y eso que la gente no entró del todo en su primera faena, quizás por la frialdad de abrir plaza y finalmente porque tuvo también el lunar del fallo del rejón de muerte.
También valdría considerar en contra del jinete de Benidorm la falta de medida al utilizar de entrada dos rejones de castigo. No obstante se le vio centrado a Cartagena en todas las suertes, destacando en los galopes de costado y cambios por los adentros con "Sol y Sombra" y clavando farpas con "Pantera", atacando siempre de frente y abriéndose lo justo para hacer la reunión al estribo.
En el cuarto sí logró Cartagena caldear el ambiente, especialmente gracias a la frescura de Iluso y la vistosidad de Cupido, con el que hizo las delicias del respetable con balanceos previos a la ejecución de las banderillas, que siempre clavó arriba y con notable reunión.
A todo esto, el toro, un punto más frenado que el anterior, le exigió más a Cartagena, que volvió a poner ambiente de frenesí con unas espectaculares tierra a tierra con el caballo "Humano" a dos manos y una farpa "al violín". Cumbre Cartagena, que lo dio todo, él y su excelente cuadra. Dos cortas y el adorno del teléfono sobre "Pinta" y un rejón final de efecto fulminante dieron paso a las dos orejas.
Manzanares apechó con un lote que le obligó mucho por su falta de fijeza y manifiesta mansedumbre. Tampoco anduvo fino el jinete, que acusó el poco oficio que atesora en comparación con sus otros dos compañeros para resolver con tan incómodos antagonista, muy distraídos y sin celo alguno.
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