Cómo diferenciar una croqueta casera de una congelada o industrial

Este lunes se celebra el 'Día Internacional de la Croqueta', una fecha en la que se rinde homenaje a un bocado icónico de la cocina española, que no falta en ninguna de las cartas de bares y restaurantes en España y que se reinventa año tras año.

Muchos son los establecimientos que indican que sus croquetas son caseras cuando realmente son congeladas, y por ello os dejamos algunos consejos para saber diferenciar unas de otras.

El secreto de una buena croqueta es la bechamel. En una croqueta casera, esta será cremosa y lisa, mientras que una croqueta congelada pierde esa textura cuando se congela.

En una croqueta de jamón, por ejemplo, es importante fijarse en la cantidad que tiene la croqueta. Una croqueta industrial es todo masa y a penas se notan otros ingredientes como el jamón, mientras que es una casera se pueden observar los trozos que llevan mezclados con la bechamel.

La forma de la croqueta también ayuda a identificar de que tipo es. Una croqueta con una forma perfecta, por muy bonita que sea, es congelada, pues en estos procesos se utilizan moldes. Las croquetas caseras tienen todas formas irregulares.

Otra pista nos la da la masa. Si la masa de la croqueta es crujiente y está muy pegada, entonces si es casera. Las industriales utilizan almidón modificado para que las croquetas no se partan.

Lo cierto es que una croqueta casera y tradicional está hecha con apenas cinco o seis ingredientes: una base de bechamel para la que nos bastará añadir harina, mantequilla, leche y sal.

Las croquetas congeladas no se remiten a esa cantidad de ingredientes, sino que añaden hasta cuarenta, como grasas malas, aceite de oliva, potenciadores de sabor o ingredientes que le den textura.