Después de pasearse sobre el alambre a 600 metros de altura durante un kilómetro en Aiglun (Francia), para el funambulista francés Nathan Paulin debe de ser pan comido recorrer los 350 metros que separan los edificios de Telefónica y Generali, en el centro de Barcelona, a "solo" 70 metros del suelo.
Y, sin embargo, los centenares de espectadores que acudieron la tarde de este pasado domingo a la plaza de Catalunya y al paseo de Gràcia para verlo han permanecido en vilo, mirando el cielo, andando arriba y abajo, durante los 36 minutos que ha necesitado para ir y volver de un inmueble a otro, aunque no ha llegado a tocar la estructura del Generali.
Paulin, descalzo sobre una cuerda metálica de apenas dos centímetros, en su primera intervención en España, ha protagonizado la inauguración popular del Grec Festival, coincidiendo con el 200 aniversario del paseo de Gràcia, enmarcado en el espectáculo "Les Traceurs", dirigido por Rachid Ouramdane.
Acompañado por la banda sonora compuesta por el músico Jean-Baptiste Julien, también se ha podido escuchar lo que piensa, traducido al catalán, mientras levita, ya sea entre montañas nevadas, rascacielos o junto a la Torre Eiffel.
No esconde que antes de empezar tiene miedo al vacío, pero una vez pone un pie delante del otro, todo cambia, impregnándose del lugar en el que está.
Tampoco rehuye que, en ocasiones, se pregunta qué hace en las alturas o que el viento "requiere de una concentración superior".
A diferencia de Walt, el protagonista de la novela Mr.Vértigo, de Paul Auster, que aprendió de niño a elevarse del suelo tras un "continuo alud de vejaciones", Nathan Paulin cuando era pequeño detestaba las alturas y fue por ello que en su adolescencia decidió que debía pasar ese miedo.
Empezó en un parque, prácticamente a ras de suelo, pero a los 17 años ya había descubierto la "sensación de libertad" que supone andar en solitario entre pájaros, sin semáforos, ni automóviles cruzándose, aunque, como hoy, lo siga un dron para grabar hasta la más mínima expresión de su rostro.
Impregnado de la atmósfera barcelonesa
Poseedor de varios récords mundiales, hoy se ha impregnado de la atmósfera barcelonesa para este nuevo reto con el que también quiere que el espectador reflexione sobre el entorno en el que vive y sobre el paisaje que le envuelve.
Antes de las ocho de la tarde, mientras en el horizonte se veía aterrizar aviones y había barcos navegando en el Mediterráneo, Nathan llegaba a la cumbre del edificio de Telefónica, junto al popular Portal de l'Àngel, y allí, con su camiseta roja a rayas blancas y sus tejanos largos, se ha descalzado, ha entregado su teléfono móvil a uno de sus ayudantes -siempre dice que sin ellos sería imposible hacer lo que hace- y ha empezado a probar la cuerda.
A ras de tierra empezaron los murmullos, que se acentuaron cuando, tras unos tambaleantes pasos, a las 20:15 horas decidió sentarse, justo delante de unos populares grandes almacenes.
Hay quien se preguntaba si eso era normal, pero desde la organización del Grec se ha tranquilizado al personal indicando que suele hacerlo, igual que cuando se colgó del alambre a las 20:17, muy cerca del cruce aéreo de paseo de Gràcia con Gran Via.
Luego, para satisfacción de sus seguidores, cuando ya regresaba a la casilla de salida, se estiró en el cielo, entre más aplausos, a los que correspondió, más tarde, cuando se puso de nuevo de pie.
Cuando tocó pared, volvió a dirigirse a la concurrencia, que llevaba un minuto aplaudiéndole estentóriamente, ya sin que le sudaran las manos, satisfechos de lo que habían vivido en directo, y se despidió desde la torre de Telefónica.
Francesc Rossell y su familia han venido de Igualada (Barcelona) expresamente para seguirle en sus andanzas, igual que Sebastià Belso, junto a otras cuatro personas de Cornellá (Barcelona), que habían tomado sitio antes de las siete de la tarde en una esquina de plaza Catalunya, para poderle apoyar con sus aplausos.
En una tarde con algunas afectaciones de autobuses y calles cortadas en el centro, la actuación de Paulin se complementaron con la acción 'Poeta de guàrdia', donde los poetas y rapsodas Martí Sales, Maria Cabrera, Josep Pedrals y Andreu Gomila recitaron poemas a demanda sobre temas concretos como el que pidió una mujer, 'Vertígen', de Guim Valls, mientras otra demandaba Cançó de l'estrella', de Jacint Verdaguer.
Ajeno a todo ello, un pequeño, acompañado por su padre, corría por el centro de la plaza persiguiendo palomas