La escualamina, compuesto químico aislado en el hígado del tiburón, puede ser la base para un nuevo fármaco que ayude a neutralizar las toxinas presentes en la enfermedad de Parkinson, según recoge un estudio publicado en la revista científica estadounidense PNAS.
La investigadora del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza, Nunilo Cremades, ha trabajado junto a científicos de Cambridge en el estudio, que demuestra la capacidad de la escualamina como posible base para un nuevo fármaco capaz de hacer frente a esta patología, han informado hoy fuentes de la universidad aragonesa.
Este compuesto, hallado en el hígado de un tiburón bastante común, inhibe los procesos iniciales que llevan a la proteína involucrada en el Parkinson a agregar y a la vez reduce la toxicidad de los agregados dañinos una vez formados.
Recientemente se ha observado que pacientes con la enfermedad de Parkinson, a los que se les estaba suministrando escualamina para el tratamiento de otras enfermedades que padecían, mejoraban clínicamente de forma rápida al ser tratados con este compuesto químico.
Es decir, la administración de escualamina mejoraba a la vez notablemente los síntomas asociados con la enfermedad de Parkinson, aunque se desconocían la razones, ha detallado la Universidad de Zaragoza. Según datos de esta institución, el Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa con más prevalencia actualmente y afecta a una de cada 1.000 personas en el mundo.
Sin embargo, no existe en la actualidad ningún tratamiento que erradique la enfermedad, tan sólo los de carácter sintomático con problemas colaterales graves. Además, el desarrollo de estrategias terapéuticas resulta muy complicado debido al desconocimiento de las bases moleculares de la enfermedad.
La enfermedad de Parkinson, así como otros desordenes neurodegenerativos como el Alzhéimer, se caracteriza por la presencia anormal de depósitos de proteínas agregadas en forma de fibras amiloides que se depositan y acumulan en diferentes órganos o tejidos, dañando a las neuronas encargadas de fabricar dopamina.
Estos agregados de proteínas son tóxicos y desencadenan una cascada de procesos patológicos y neurodegenerativos, aunque todavía se desconocen los mecanismos de toxicidad.