La proporción de nacimientos de madres de 40 o más años en España se ha multiplicado por seis entre 1993 y 2021, al pasar del 1,8% al 10,7% del total de nacimientos. Estos datos sitúan a España a la cabeza de la Unión Europea, según se desprende del último Focus on Spanish Society, publicación editada por Funcas.
La edad media de maternidad mantiene la tendencia al alza en España y si en 1981 se situó en los 28,2 años, la cifra más baja desde el inicio de la democracia, en 1996 superó el umbral de los 30 años, y en 2021 alcanzó los 32,6 años, la segunda edad más alta de maternidad en toda la Unión Europea, solo por detrás de Irlanda (32,7 años).
El porcentaje español de nacimientos de madres de 40 años o más se halla próximo a los de otros países del sur de Europa, como Grecia (9,7%), Italia (8,7%) y Portugal (8,5%), pero duplica a los registrados en Francia (5,1%), Alemania (4,9%) o Suecia (4,6%). Los nacimientos de madres mayores son menos frecuentes en países de Europa del Este, como Rumanía o Lituania (3,3%), pero también en Países Bajos (3,8%) o Dinamarca (4%).
Por comunidades autónomas, el porcentaje más alto de nacimientos de madres de 40 o más años se registra en Galicia (14,4%), seguida de Asturias (12,4%), Madrid (12,3%) y Cantabria (12,2%). Las regiones meridionales, junto con Ceuta y Melilla, muestran porcentajes considerablemente inferiores, aunque siempre por encima del 8%.
En España, el porcentaje de nacimientos de madres de 40 años o más respecto al total de nacimientos ha aumentado constantemente desde 1993, cuando representaban el 1,8%. El intenso aumento de ese porcentaje desde mediados de los años 90, que se ha multiplicado por seis entre 1993 y 2021, indica la tendencia al retraso de la maternidad, que en España ha acompañado a la caída de la fecundidad en las últimas décadas.
Aunque en los años 70 un porcentaje relativamente alto de bebés nacidos de madres de 40 años o más (4,5%) coincidió con una tasa de fecundidad elevada (2,77 hijos por mujer en edad fértil frente a 1,19 en 2021), esos nacimientos fueron de hijos "tardíos", nacidos a menudo en el seno de familias ya numerosas. Esos hijos tardíos fueron descendiendo al mismo tiempo que lo hacía el porcentaje de madres de 40 años o más.
El aumento de este último porcentaje en los últimos 30 años ya obedece a una pauta de fecundidad distinta, según el informe de Funcas, y es el retraso de la maternidad en familias con pocos hijos.
MÁS GASTO PUBLICO EN SANIDAD, PERO MENOR SATISFACCIÓN
En el contexto europeo, los españoles muestran un nivel de confianza considerablemente alto en el personal sanitario y médico que trabaja en el sistema sanitario español. Según el Eurobarómetro de invierno 2022-23, casi nueve de cada diez encuestados (87%) confían en ellos, 11 puntos por encima de la media de la UE27.
Estos datos coinciden, sin embargo, con una preocupación creciente de la población española por el sistema sanitario. Así, las menciones a la sanidad han aumentado significativamente cuando se pregunta por los principales problemas del país.
Los resultados de la primera oleada del Barómetro Sanitario de España sugieren una decreciente satisfacción de los ciudadanos con el funcionamiento del sistema de salud. Si en los barómetros sanitarios de los años previos a la pandemia la valoración media del funcionamiento de la sanidad oscilaba entre 6,6 y 6,7 en una escala de 1 ("muy insatisfecho") a 10 ("muy satisfecho"), en 2022 la media de satisfacción cayó a 6,29, y en febrero de 2023 (primera oleada) se situó en 6,14.
Estas muestras de descontento no están ligadas a recortes presupuestarios en la sanidad. De hecho, la tasa de variación anual del gasto público (consolidado) en sanidad ha crecido en España desde 2014, superando (excepto en 2016, 2017 y 2021) el crecimiento del PIB. No obstante, el aumento del gasto en los últimos años no ha sido suficiente para absorber la creciente demanda de servicios sanitarios de calidad.
Las manifestaciones y protestas del personal sanitario, así como de los beneficiarios de los servicios, ponen de manifiesto las dificultades para satisfacer a la población con los recursos disponibles, no sólo humanos y materiales, sino también organizativos.
Una vez declarado el fin de la pandemia, las razones demográficas y la demanda social de más y mejores servicios sanitarios explican esta presión al alza sobre el gasto sanitario en la mayoría de los países de la Unión Europea.