España es uno de los países más afectados por el cambio climático, según Greenpeace
Se calienta a un ritmo más rápido que la media mundial y se prevé una subida de dos grados en 20 años
España ya se encuentra entre los países del mundo que más está sufriendo los impactos del cambio climático, según un informe de Greenpeace.
El informe, titulado 'Carrera climática contrarreloj: cambio climático y eventos meteorológicos extremos en España' y difundido este miércoles, fue elaborado por la Unidad Científica de Greenpeace en la Universidad de Exeter (Reino Unido), que, con una revisión de las publicaciones científicas existentes hasta el momento, detalla las tendencias y previsiones de los impactos futuros del cambio climático y los eventos meteorológicos extremos en España.
“El camino que emprendamos tras el nuevo ciclo electoral tiene que conducirnos a una sociedad que ponga en el centro el bienestar y esté preparada para el futuro que predice la ciencia. Las proyecciones indican que, si no se reducen drásticamente las emisiones que causan el calentamiento global, nos espera un país más caliente, más seco, más árido, más inflamable, con más inundaciones e incendios de alta intensidad y afectado por la subida del nivel del mar”, apuntó Maria José Caballero, responsable de Respuesta Rápida de Greenpeace.
Caballero indicó que “los datos del informe muestran la urgencia de reducir las emisiones y afrontar la emergencia climática tomando medidas ambiciosas, con las que los partidos se deben comprometer”.
“Debemos exigir propuestas de políticas climáticas no solo porque nos espera un país más caliente y con más inundaciones e incendios, sino porque, además, estas medidas nos permitirán alcanzar una vida sostenible, con futuro y con más oportunidades para todas”, añadió.
Tendencias
Según el informe, el ritmo de calentamiento en España es, y continuará siendo, más rápido que la media mundial. Se espera un calentamiento de 2°C en los próximos 20 años, a menos que se realicen reducciones inmediatas y severas en las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Por cada grado adicional de calentamiento global, la respuesta en España será de hasta 1,5 °C, con aumentos más pronunciados en zonas del interior del país.
En los escenarios con mayores emisiones de gases de efecto invernadero, se prevé que el calentamiento supere los 4°C a finales del siglo XXI. Y se espera que aumenten las zonas del país que experimentarán entre 1 y 10 días de condiciones extremadamente cálidas y húmedas al año.
Además, España experimentará sequías 10 veces peores que las actuales. En el sur de Europa, más de un tercio de la población estará expuesta a la escasez de agua si la temperatura aumenta 2°C. Este riesgo se duplica a 3°C.
En grandes áreas del Mediterráneo, se prevé que la frecuencia de sequías extremas sea entre un 150% y un 200% más probable si la temperatura global aumenta 2 °C.
Junto a los cambios socioeconómicos en las últimas décadas (abandono del medio rural y aumento de superficie forestal), el riesgo de tener grandes e intensos incendios se agrava con el cambio climático hacia episodios más peligrosos, rápidos e incontrolables, fuera de la capacidad de extinción.
El informe pronostica que España siga siendo cada vez más calurosa y árida, con estaciones menos definidas y un alargamiento de la temporada de incendios.
Además, se esperan menores precipitaciones, concentradas en menos eventos pero más intensos y, por tanto, con mayor riesgo de provocar daños.
El volumen de lluvia (o nieve/granizo) en el día más húmedo del año en España se incrementará hasta un 10%, y con él, el riesgo de inundaciones. Y se esperan temporadas o años secos y lluviosos más extremos.
En relación al mar, se prevé que la temperatura media de la superficie del Mediterráneo aumente entre 1,8 °C y 3,5 °C para 2100, y más olas de calor marinas no solo en el Mediterráneo, sino también en el Cantábrico y el Atlántico.
Impactos sociales
Por otro lado, el informe señala que exposición al calor extremo puede exacerbar los problemas de salud subyacentes, con especial riesgo para grupos vulnerables como bebés y personas mayores.
El aumento de las olas de calor y de días con condiciones extremadamente calientes y húmedas elevarán el riesgo de muerte por hipertermia. Las tasas de mortalidad aumentan durante las olas de calor prolongadas que duran más de dos días.
Y temperaturas más altas hacen adecuadas más áreas para la transmisión de enfermedades por vectores tales como la encefalitis o la enfermedad de Lyme.
El calor extremo también tiene efectos económicos, pues se espera que afecte negativamente la productividad laboral, con una pérdida generalizada de horas de trabajo de al menos un 15%.
España podría ser uno de los países que experimente importantes pérdidas económicas atribuibles a las olas de calor, que serán de hasta un 3% del PIB para 2060.
En relación a las ciudades, se espera que las áreas edificadas, en particular en la costa, sean las más afectadas por el cambio climático y los riesgos por eventos meteorológicos extremos.
El efecto ‘isla de calor’ de las zonas urbanas agravará los efectos del aumento de la temperatura. Las ciudades y los asentamientos de baja altitud, las islas pequeñas y las comunidades deltaicas sufrirán graves perturbaciones climáticas para 2100 y, en muchos casos, para 2050.
Demandas y recomendaciones
Por todo ello, Greenpeace pide reducir a cero las emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2040 en toda la UE y, en España, en un 55% para 2030 respecto a 1990, así como llegar a un sistema eléctrico eficiente, inteligente y 100% renovable en 2030 y a un sistema energético eficiente y descarbonizado en 2040 con un despliegue de energías renovables ordenado, participativo y respetuoso con la biodiversidad y con la mitad de consumo de energía.
Además, propone detener las nuevas inversiones y subvenciones al gas y otros combustibles fósiles y, en su lugar, dedicar los recursos a financiar un plan de rehabilitación energética de todas las viviendas para reducir la demanda de gas.
Implementar el Plan Nacional de Adaptación frente a las amenazas del cambio climático con un presupuesto adecuado y ampliar la protección y recuperación de ecosistemas y de especies hasta alcanzar al menos el umbral de un 30% de la superficie terrestre y marina protegida para 2030 son otras demandas.
Igualmente, recomienda reducir la vulnerabilidad al riesgo de sequía aminorando la cantidad total de agua consumida, fundamentalmente por el regadío intensivo e industrial, y establecer un fondo presupuestario de apoyo a la prevención de incendios y gestión forestal para poder fortalecer el trabajo de todas las administraciones y actores.
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