España ha gastado un 50% más en carreteras que en ferrocarriles desde 1995 a pesar de que el coche con motor de combustión emite cuatro veces más dióxido de carbono (CO2) que el tren y contribuye “ampliamente” a la crisis climática.
Así lo afirma Greenpeace en el informe ‘Desarrollo de la infraestructura de transporte en Europa: explorando la contracción y expansión de ferrocarriles, autopistas y aeropuertos’, dado a conocer este martes.
El informe señala que, pese a los crecientes esfuerzos mundiales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, España destinó entre 1995 y 2021 alrededor de 151.000 millones de euros a infraestructuras viarias y 101.000 millones al ferrocarril.
“Este informe es un toque de atención: España y Europa han descuidado sistemáticamente su red ferroviaria regional y de cercanías durante las últimas tres décadas, mientras se invertían ingentes cantidades de dinero en carreteras para fomentar el uso de automóviles, que contribuyen escandalosamente a la crisis climática”, apuntó Cristina Arjona, responsable de la campaña de movilidad de Greenpeace.
Arjona subrayó que, “para un futuro sostenible y equitativo, es esencial que los gobiernos cambien sus prioridades de financiación, invirtiendo más en el ferrocarril y transporte público y menos en carreteras”.
Según el estudio, realizado por el Wuppertal Institut y el T3 Transportation Think Tank para Greenpeace, los países de la UE, Noruega, Suiza y Reino Unido han invertido un 66% más de media en la expansión y renovación de carreteras (1,5 billones de euros) en comparación con los ferrocarriles (0,93 billones) desde 1995.
En ese mismo periodo, la longitud de las autopistas aumentó un 60% (más de 30.000 kilómetros), mientras que la red ferroviaria se redujo un 6,5%.
Más autovías
En España, esta inversión desequilibrada ha resultado en un aumento del 124% en la longitud de las autopistas españolas desde 1995, con un crecimiento de 8.623 kilómetros, lo que supone el mayor incremento absoluto de longitud de esas vías de alta capacidad en todos los países analizados. Un 28% de todas las nuevas autopistas de Europa se han construido en España.
Según Greenpeace, ampliar las autopistas “ata a una movilidad intensiva en carbono” porque el transporte por carretera es responsable del 72% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector de transporte en Europa y su descarbonización tiene que basarse en un cambio hacia el ferrocarril. Además, en las últimas décadas se han clausurado varias líneas ferroviarias en todo el continente.
Este crecimiento ha ido acompañado del cierre de 22 líneas ferroviarias regionales con una longitud total de 949 kilómetros entre 1995 y 2020. “Dos tercios de estas líneas aún no han sido desmanteladas y podrían reabrirse”, indica Greenpeace.
Por otro lado, la red ferroviaria en España creció un 14% entre 1995 y 2020 con 2.900 nuevos kilómetros de tren de alta velocidad. “La otra cara de este crecimiento es el cierre y desmantelamiento parcial de la red convencional, lo que priva a cientos de miles de personas del acceso al ferrocarril”, destaca Greenpeace.
Propuestas
Por ello, Greenpeace pide a los responsables políticos que cambien las prioridades de financiación de la carretera al ferrocarril para garantizar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el mantenimiento de mejores infraestructuras ferroviarias.
Además, solicita la asignación de fondos adicionales para la compra de ‘billetes climáticos’ o ‘abonos únicos de transporte asequibles’ como T-Lleva, esto es, un abono único permanente que permitiría el uso de cualquier medio de transporte público en toda España, reduciría la congestión del tráfico, disminuirían las emisiones de CO2 y mejoraría y facilitaría la movilidad sostenible.