Seis países europeos, entre ellos España, junto a INTERPOL han hecho un llamamiento internacional para descubrir la identidad de 46 mujeres fallecidas en algunos casos hace décadas. Siete de ellas aparecieron muertas en España en circunstancias sospechosas y uno de los casos es de Madrid. Una mujer cuyo cadáver se halló junto a una carretera en El Berrueco. Ocurrió en 2007 y a día de hoy no se sabe quien es. Un anillo en forma de búho, un carácter introvertido, un tatuaje hindú... Son indicios que pueden ayudar a descubrir la identidad y resolver los casos de siete mujeres españolas cuyas muertes aún no se han esclarecido. Interpol pide ayuda ciudadana para ello.
Se trata de la iniciativa ‘Identify me’ para que los ciudadanos puedan ayudar en la investigación y resolución de los caos.
En el Berrueco, el 28 de marzo de 2007, los agentes hallaron el cuerpo sin vida de una mujer en una carretera cercana al municipio madrileño, al norte de la Comunidad de Madrid, cubierto con una sábana y sin signos aparentes de violencia.
La mujer, morena de 1,60 metros y de pelo rubio teñido, tenía entre 25 y 40 años, y había muerto dos días antes. Portaba un anillo en forma de búho en uno de sus dedos.
En la autopsia se encontraron seis cápsulas de látex dentro de su cuerpo y una rota, lo que llevó a la policía a sospechar que se trataba de una mula que transportaba drogas.
Otros casos de mujeres aparecida muertas y sin identificar en España se sitúan en el Monte Artxanda (Bilbao), donde una mujer, , de entre unos 30 o 40 años, fue encontrada el 6 de febrero de 2009 en un camino cercano al monte, en Bilbao.
En Premià del Mar (Barcelona), el 27 de enero de 1999 fue hallado el cuerpo sin vida de una mujer de entre 23 y 25 años en una habitación de hotel, sin ropa, con las manos atadas y signos de violencia.
La víctima se alojaba en el hotel en compañía de un hombre blanco, de entre 25 y 30 años y 1,65 o 1,70 de altura, complexión normal y barba corta. Tenía el pelo ondulado, castaño oscuro y negro y peinado hacia atrás.
Testigos de la época trasladaron a la policía que la pareja hablaba francés e inglés y que podría haber venido de Ginebra (Suiza) o de una ciudad cercana, a unos 10 kilómetros, que contenía la palabra ‘ville’ en su nombre.
También, en Malgrat de Mar (Barcelona), otra mujer , de entre 25 y 30 años, fue descubierta el 3 de noviembre de 2003, al lado de un camino rural. Presentaba múltiples heridas en el cuerpo y el rostro y los agentes estimaron que murió unas 12 horas antes de ser encontrada.
Tenía una marca de vacuna en el brazo izquierdo y un pequeño tatuaje del símbolo de Om, reconocido en la cultura hindú, un semicírculo y un punto en la mano derecha, lo que llevó a los investigadores a pensar que podría ser de nacionalidad bengalí, especialmente por las pulseras finas de metal ondulado de varios colores en su muñeca derecha y las de tela negra en sus tobillos y pies.
La tarde del 4 de agosto de 2018, una mujer fue encontrada ahorcada en un gallinero anexo a una casa rural situada en el barrio de Olivars de Sant Julià de Ramis, en la provincia Catalana de Girona, sin documentación que pudiera identificarla.
Las tres personas que vivían en la masía aseguraron a la policía que ni la conocían ni la habían visto antes, como tampoco las personas que vivían en las zonas aledañas, y no se encontró ningún vehículo en las inmediaciones de la casa.
El 3 de julio de 2005, el cadáver de una mujer también fue encontrado en el kilómetro 84 de la carretera de Vila, en el municipio barcelonés de Viladecans. Llevaba muerta menos de 24 horas y la causa de la muerte fue “sospechosa” para los investigadores.
Tenía entre 20 y 25 años y medía 1,60. Su tono de piel era claro, sus ojos, azules, y su pelo, castaño y ondulado. Toda su vestimenta (el pantalón, el top con estampado floral y las sandalias) era rosa.
En Santa Eulalia (Ibiza), los ocupantes de una embarcación a 150 metros de la costa, divisaron el 9 de julio de 2019 el cuerpo vida de una mujer que se había ahogado recientemente. Una investigación de la Unidad de Homicidios de Baleares determinó que la mujer era una trabajadora sexual que prestaba servicio en la zona de la conocida discoteca Ushuaïa, en San Antonio, de nacionalidad rumana y origen húngaro.