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(Actualizado

El duelo por la muerte de un ser querido se interrumpe durante unas horas en muchos funerales vietnamitas gracias a los espectáculos de música y baile ofrecidos por grupos de transexuales y travestis, que encuentran en esta ocupación uno de sus escasos refugios laborales.

Son las diez de la noche y los invitados al velatorio de Vo Thi Ba, una mujer de 81 años, levantan la mirada desde sus mesas al improvisado escenario montado en una callejuela de Ho Chi Minh (antigua Saigón), la ciudad más poblada de Vietnam.

Una de las cantantes empieza la función con una canción melódica, seguida de manera distraída por los asistentes, que conversan en las mesas, juegan a cartas o se retan a beber chupitos de licor de arroz.

La atención crece con las siguiente canciones, mucho más festivas, cuando las cantantes animan a los invitados con palmas y bailes que, de no ser por las flores y el altar con el retrato de la fallecida junto al ataúd, harían olvidar el verdadero motivo de la reunión.

Tras dos horas de actuación, la cantante principal, Thai Thanh, se despide con una canción en honor a la fallecida y parte hacia otro velatorio que la mantendrá ocupada hasta las dos de la madrugada.

A sus 40 años, Thanh lleva 20 dedicada a amenizar eventos familiares, principalmente funerales o aniversarios de muerte, actividades que casi siempre recaen en grupos formados por personas del colectivo LGTB.

"Por la noche los velatorios se vuelven más aburridos y tristes y nos llaman para romper esa atmósfera. Siempre después de las 10 de la noche", explica.

Los vietnamitas creen que la música en los funerales ayuda a liberar el alma del difunto y a que los vivos se mantengan alegres, pero las razones de que sean bandas de transexuales y travestis las encargadas, especialmente al sur del país, no están claras.

Un informe de la agencia estadounidense de cooperación USAID en 2014 explica que "son contratadas para hacer este trabajo porque a menudo son vistas como objeto de mofa y fuente de diversión".

En sus dos décadas de experiencia, Thanh reconoce haber tenido alguna experiencia negativa, sobre todo en los primeros años, pero se muestra en general encantada de dedicarse a este trabajo y valora la creciente tolerancia de la sociedad vietnamita.

"Las peores discriminaciones las sufrí en la adolescencia, cuando compañeros de clase me insultaban por mi aspecto femenino, pero después no tuve problemas.

Mis padres me aceptaron como soy, están contentos de que me pueda ganar la vida y me apoyaron cuando me cambié de sexo en 2006", explica.

En los últimos años Vietnam se ha colocado a la vanguardia de Asia en derechos de personas LGTB, con la despenalización del matrimonio homosexual (no está reconocido pero se permiten las celebraciones) o el derecho a que los cambios de sexo se vean reflejados en el registro civil.

"Al principio notaba que algunos invitados no se sentían muy cómodos con nuestras actuaciones, pero eso ha ido cambiando gracias al apoyo de organizaciones LGTB y a la normalización en los medios", dice.

Durante los primeros años compaginó su trabajo nocturno con el de caddie en un campo de golf durante el día, pero tras ganar un concurso de belleza en una discoteca decidió volcarse de lleno en el espectáculo y dejó definitivamente atrás su identidad masculina.

La USAID indica en su informe que se ven forzados a este tipo de empleos por la falta de apoyo familiar y al estigma que les impide desempeñar otros trabajos, pero ni ella ni las integrantes de su banda aseguran sentirse discriminadas.

"Este ha sido el trabajo de mi vida, me permite ayudar a mis padres y no lo puedo dejar. Es verdad que para nosotras es difícil por ejemplo trabajar en una oficina, pero tampoco me gustaría. Me gusta lo que hago", afirma.