Fukushima, Chernóbil, Palomares, los atolones y la calima 'radiactiva'
A los accidentes nucleares civiles se suman otros incidentes militares que convierten algunos lugares del mundo en sitios peligrosos a merced de los elementos
Con la guerra de Ucrania y los cortes de suministro eléctrico a la central nuclear ucraniana de Chernóbil, en manos ahora de tropas rusas, ha vuelto la preocupación por los riesgos de la energía atómica. Justo cuando Europa acaba de considerar "energía verde" la procedente de la fisión para luchar contra el cambio climático.
Dos cortes de suministro en los últimos días en la planta que explotó la madrugada del 26 de abril de 1986, lanzando al aire europeo una de las mayores nubes radiactivas, han llevado a los organismos internacionales de la energía atómica a alertar sobre la fragilidad de esta instalación y las graves consecuencias de un ataque.
El ataque a otro de los complejos atómicos de producción eléctrica de Ucrania, Zaporiyia, que no afectó a los sistemas más críticos, mantuvo en vilo a las autoridades locales, de los países colindantes y de las agencias internacionales hasta que se confirmo la ausencia de fugas de radiación.
Otra vez en Fukushima
Este miércoles, un nuevo terremoto en el noreste de Japón de 7,3 grados, ha devuelto el temor a los habitantes de Fukushima. De nuevo la central desconectada de Daiichi ha vuelto a temblar. Esta planta con seis reactores de ebullición (tecnología similar a la que se empleó en la española de Garoña) se encuentra en proceso de descontaminación. Unas tareas rodeadas de polémica por los vertidos de agua contaminada al mar de Japón.
Las autoridades de la prefectura en la que se encuentra el complejo atómico están evaluando si ha habido alguna fuga de material radiactivo que permanece en grandes contenedores. El 11 de marzo se cumplieron, precisamente, 11 años del accidente nuclear debido al terremoto y posterior tsunami que asoló la costa japonesa.
El mayor 'ataúd nuclear' militar
Otro de los puntos que representa también un riesgo de posible contaminación es el gran domo de cemento en el atolón de Runit, en el Pacífico y que encierra los restos de las más de 60 pruebas atómicas que EEUU realizó en esta parte del océano.
En 2019 el propio secretario de la ONU, Antonio Guterres, mostraba su preocupación por las posibles filtraciones de los materiales de desecho radiactivo de esta inmensa cúpula. Un temor que comparten las autoridades de las Islas Marshall.
La estepa de Kazajistán
Pero volvamos a la antigua URSS, porque la estepa de Kazajistán ha sido el mayor polígono de pruebas nucleares del mundo. Se calcula que se han realizado más de 2.000 ensayos de armas de diferente potencia dejando esta ex-república con áreas de contaminación permanente.
La mayor de las armas de este tipo probadas nunca, la Bomba Zar, también soviética, se detonó sobre el Mar de Barents afectando a una amplia zona de uno de los archipiélagos escogidos para la explosión de más de 50 megatones.
El accidente de Palomares
Bien conocido es el accidente nuclear de Palomares, ocurrido en España, en la provincia de Almería el 17 de enero de 1966. El choque de dos aviones de la Fuerza Aérea de EEUU provocó la caída de 4 bombas termonucleares.
Tres se precipitaron sobre zonas agrícolas y próximas al núcleo urbano y otra al mar. Afortunadamente no explotaron pero sus carcasas dañadas liberaron a la atmósfera plutonio y americio, contaminando cultivos y suelos urbanos que a día de hoy permanecen pendientes de descontaminar y son objeto de controversia entre el Reino de España y los EEUU.
La calima 'radiactiva'
El episodio de fuerte calima que ha sacudido a España y otras latitudes en las últimas 48 horas es, en principio insalubre por la alta composición de partículas en suspensión. En especial para personas con enfermedades respiratorias.
Pero siendo esta una de las más intensas calimas que se hayan vivido recientemente, no es la más peligrosa. O por lo menos no lo es en tanto no se detecten los niveles de radiación que se registraron en la que recorrió Europa, Francia en especial, en 2021. Hace ahora un año.
El desierto del Sáhara del que proceden estas partículas de arena arrastradas por el viento fue, paradójicamente, el lugar empleado por el Gobierno francés para sus pruebas de armas nucleares.
Las detonaciones de las armas francesas arrojaron una buena cantidad de radiactividad que se depositó en las arenas. Las mismas arenas que 60 años después volaron cargadas de Cesio 137 hasta zonas de Francia y Suiza.
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