Unas 12.000 motocicletas Harley Davidson han desfilado esta mañana por las calles de Barcelona haciendo rugir sus característicos motores, ondeando banderas de todo tipo e impregnando la ciudad de la liturgia de veneración a esta mítica marca motociclista de Milwaukee (EEUU).
En el mayor evento de Harley-Davidson en Europa, Barcelona ha vuelto a batir el récord de participación, que situó el año pasado en unas 10.000 motocicletas, para satisfacción de los organizadores del "Barcelona Harley Days 2011", que han calculado en unas 18.000 las máquinas que han pasado por la capital catalana en tres días.
El desfile de las Harley ha cosechado el aplauso de numerosos barceloneses, y sobre todo de muchos turistas sorprendidos por la marea de motocicletas que, a lo largo de los 12 kilómetros, ha recorrido la Gran Vía, el paseo de Sant Joan, el paseo de Colón y la montaña de Montjuïc.
Por un momento, las potentes "Sporter" o "Softail" de Harley le han restado protagonismo fotográfico a la Casa Batlló y al monumento de Colón porque todas las cámaras de los turistas se han girado para apuntar a la marcha motociclista e inmortalizar, entre embeleso y envidia, el mundo 'davidsoniano' circulando por la capital catalana.
"Lo fantástico es que hay 12.000 motos, pero que ninguna es igual", ha comentado uno de los miembros de la organización, en alusión a que la verdadera filosofía de los dueños de las Harleys es personalizarlas -ellos le llaman "customizarlas"- a su gusto.
Las había de todos los modelos y colores, aunque predominaban las negras, tatuadas con toda clase de dibujos alegóricos, con alforjas de cuero, y alguna, incluso, disfrazada de caballo del rey Arturo, otra forrada de piel de oso y conducida por un personaje más parecido a Daniel Boone, el pionero colonizador estadounidense, que al campeón Dani Pedrosa.
Chalecos, 'chupas' de cuero y cazadoras tejanas con águilas bordadas, símbolos y banderas con las barras y las estrellas y calaveras piratas han unido a la familia motera Harley, formada mayoritariamente por personas de más de 40 años, muchos ya luciendo melenas canas, barba blanca y barriga acumulada por la edad.
Aunque entre los participantes en el desfile había espectaculares "choppers", Harleys de tres ruedas y modelos míticos de la Ruta 66, el mayor protagonismo se lo han llevado las dos motos que abrían el desfile, una Model A fabricada en 1926 y una Servicar del Departamento de Policía de Los Ángeles de 1936.
La moto más antigua del desfile la conducía, orgulloso, el catalán Jordi Bernaus, quien ha explicado a Efe que la compró hace 18 años en un estado lamentable y que la ha ido restaurando hasta ser la admiración de todos los otros propietarios de Harleys.
Por eso le han cedido el honor de presidir el desfile y respetarle sus escasos 350 centímetros cúbicos que la hacen "la moto más pequeña que jamás ha construido Harley y la única con un sólo cilindro", según ha destacado su propietario.
Martí Tantiñá, a los mandos de un modelo Dyna Fat Bob, ha explicado a Efe que monta una Harley porque "es cómoda; no es para correr, sino para pasear".
El desfile, en el que han participado motos procedentes de toda Europa, ha destilado algo de morbo exhibicionista y mucho de campaña de mercadotecnia de la prestigiosa marca de la capital del estado de Wisconsin, que cada año vende entre 3.500 y 4.000 unidades en España, donde tiene la mayor cuota de mercado de Europa.
Los relucientes motores niquelados de todas las motocicletas han dejado adivinar que, salvo honrosas excepciones, la gran mayoría de pilotos de Harleys eran hombres, que portaban como acompañante a señoras en los asientos traseros.
Decenas de miles de personas han pasado desde el viernes por los 45.000 metros cuadrados de universo Harley instalados en el recinto ferial de Montjuïc, donde los visitantes han podido subirse a la "Jumpstart", un simulador de una auténtica Harley sobre rodillos para experimentar su conducción, participar en fiestas 'country' o intercambiar trucos y piezas para sus cuidadas motocicletas.
Harley-Davidson, con sede en Milwaukee (Wisconsin, EEUU), fabrica motocicletas desde 1903 y sus modelos, convertidos en mitos, han creado una tradición que se asocia a las carreteras norteamericanas y a un determinado estilo de vida.
Su popularidad en Europa se remonta a después de la II Guerra Mundial cuando los norteamericanos abandonaron muchas motocicletas militares de esta marca que fueron reparadas y personalizadas por los europeos que se las encontraron.