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Cada uno con su esencia y universo personal, Juana Martín y María Ke Fisherman animaron la jornada con prendas ceñidas y escotadas, cañeras, rompedoras, con un toque canalla, propuestas que invitan a bailar rock andaluz y música "bakalao" sin perder glamur, según se ha visto hoy en MBFWM.

"Canalla y roquera", así definió hoy su colección Juana Martín, quien propone líneas ajustadas, escotes descarados y faldas muy mini bajo los punteos roqueros de Medina Azahara.

La diseñadora ha crecido con esta música que nació en 1979, "ellos abanderaban una Andalucía moderna, alejada de las ferias y el folclore", contó la diseñadora cordobesa que con su moda reivindica "la cultura de su tierra y el volante español".

Esta idea, Juana Martín la traduce en veraniegos trajes de chaquetas estampados con vistosas estrellas, blusas con volantes y falditas muy cortas estampadas con rosas rojas, piezas que invitan a lucir piel y a marcar cintura.

El negro, color siempre presente en la colecciones de Juana Martín, ha teñido prendas de noche adornadas con plumas, volantes, lentejuelas y pedrería, unas piezas atractivas que exhalaban frescura.

Después, María Ke Fisherman, la firma del dúo creativo, María Lemus y Víctor Alonso, subieron a la pasarela un nuevo trabajo que abraza la música bakalao y busca referencias en los uniformes de los trabajadores de los años 70. "Nosotros somos identidad, no tendencia", expresó Víctor Alonso, quien reconoce que la mayoría de sus propuestas "no tienen género".

Como novedad, estos diseñadores han utilizado estampados de cuadros escoceses para confeccionar un vestido desestructurado y napas estampadas con las que han cosido pantalones muy ceñidos, "más de fiesta", apuntó María Lemús. Esta pareja creativa, que suele eludir referencias fáciles y obvias, presenta un chándal tejido a ganchillo con bordados de "croché" por las monjas carmelitas de un convento en Huelva.

Esta temporada han desarrollado su colección más introspectiva, en la que sus influencias eternas, la ciudad, la música electrónica o la noche se funden con un estilo "cañero" a la par que poético. En colaboración con la empresa de neumáticos Bridgestone, han sacado unos potentes bolsos a modo de rueda envuelta en una funda de ganchillo que resultaron divertidos.

La firma Malne se trasladó a un "lujo extravagante", inspirado en la estética del Londres de los 70 y una tienda mítica, Biba, con la intención de que la moda se convierta en un "juego" que nos haga sentir "libres".

Estampados en "animal print" y pailletes, con "estudiados patrones" y mucha "arquitectura", dieron paso a las transparencias en vestidos y cortes de inspiración oriental, en los que la silueta incorpora polisones que dan volumen al final de la espalda.

"Vivimos la colección en busca de la libertad", explicaron sus creadores, Paloma Álvarez y Juanjo Mánez, impregnados de una orgía de brillos, crepé de seda y tul que presentaron con modelos con turbantes, un guiño, quizá, a sus clientas de Oriente Medio, después de desembarcar hace un año en la Semana de la Moda de Catar.

Por la mañana, el abrigo de "mohair" fue la pieza fetiche de Marcos Luengo, quien arrancó la jornada con extraordinarios abrigos de lana cocida y laboriosos remates.

"Un modelo que puso de moda Doña Letizia cuando visitó la comarca asturiana de Los Oscos, en los últimos Premios Princesa de Asturias", explicó a EFE el diseñador, quien reconoce que "la elección de la Reina fue todo un acierto, sobre todo por el color fucsia que aportó luz a un día que amaneció gris".

Siguiendo su propia receta "embellecer a la mujer y crear prendas que enfaticen lo mejor de cada una de ellas", Marcos Luengo, que debutó en la MBFWM, subió a la pasarela prendas envolventes en "mohair", jerséis de punto grueso, pantalones de ante desflecados, faldas evasé y trencas de napa y ante que se abrochaban con asta de toro.

El abrigo fue la pieza sobresaliente de la colección de la firma Ailanto, avalada por Aitor e Iñaki Muñoz, diseñadores que propusieron siluetas lánguidas con coquetos chalecos ajustados, recuperados de la estética gaucha, propia de la Pampa argentina.

Quizá sea su colección más masculina, en la que brillaron piezas cálidas y envolventes de lana como ponchos, mantas, pañoletas y abrigos con capa que recuperan la feminidad con vistosos cinturones de cuero trenzado. Ulises Mérida se inspiró en una mujer muy "estilizada", a la que concede mucho volumen con espléndidos y coloridos abrigos de mohair elaborados en la localidad riojana de Ezcaray en la parte superior.

CUSTO BARCELONA RENUEVA SUS LEYES DE MENDEL

Por primera vez la firma Custo Barcelona desfiló en la pasarela madrileña, y lo hizo con aires renovados, una larga colección con la que dejó claro que desea "borrón y cuenta nueva" con siluetas sexis y tejidos tecnológicos, dentro de su ADN, que combina con artesanía, para llegar a un público más joven.

La tercera jornada de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM) se clausuró con las propuestas de Custo Barcelona, "contento" de estar en "el lugar ideal" para presentar su mismo espíritu, pero renovado, mucho más joven. "Nace un nuevo Custo Barcelona", dijo hoy a Efe el diseñador Custodio Dalmau, quien aseguró que después de 35 años era el momento de renovarse, pero manteniendo su identidad, su sello.

Una razón por la que, con ironía, el nombre de la colección es "Light Years" (Años Luz), en la que el hilo conductor era el "brillo" para el día y para la noche, y en la que sus tradicionales estampados desaparecen.

"No hay ningún estampado", puntualizó Dalmau, quien ha confeccionado las prendas con diferentes técnicas y tejidos que van desde el bordado hasta el patchwork, pasando por la superposición de telas o el tejido perforado. "Nadie quiere vestir como sus padres y la intención es vender el producto a los hijos de nuestros clientes habituales", contó el diseñador catalán, recién llegado de su desfile en Nueva York.

En Madrid presentó el mismo desfile, "no ha dado tiempo a preparar otro", pero incorporo a la pasarela cinco nuevos "looks" en los que trasladó su definición sobre la moda femenina "arquitectura y materiales". Si las prendas de mujer eran experimentales, las de hombre, de corte clásico y tejidos arriesgados, una fórmula que se vio en trajes de terciopelo en tonos berenjenas, así como "parkas" plateadas y doradas.

La mujer se mostró sexi y poderosa con mini vestidos que tenían estratégicas aberturas sobre el cuerpo, bien en la cadera, cintura y hombros y pecho, "un nuevo patronaje". A lo largo del desfile, con setenta salidas, casi todos vestidos para ella y trajes para él, se vieron infinidad de materiales en constante evolución, en los que introduce su gusto por los extremos: "Vamos de lo tecnológico a lo artesanal".

Con esta colección "damos la oportunidad de vestir de forma distinta, toda la gente viste igual pero de marcas diferentes", concluye Dalmau, quien está "gratamente sorprendido" de la profesionalidad y el clima de la pasarela madrileña.