Deforestación en Brasil | EUROPA PRESSA
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La actividad humana ha alterado el 75% del medio ambiente terrestre y el 66% del marino, mientras un millón de especies de animales y vegetales se encuentran en peligro de extinción. Además, la desaparición y el deterioro de la biodiversidad y los ecosistemas impedirán el logro del 80% de las metas de ocho de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Naciones Unidas aporta esos datos con motivo del Día Internacional de la Diversidad Biológica, que se celebra este lunes.

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Biodiversidad es la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes, pero también incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie -por ejemplo, entre las variedades de cultivos y las razas de ganado-, así como la variedad de ecosistemas (lagos, bosques, desiertos, campos agrarios...) que albergan múltiples interacciones entre sus miembros (humanos, plantas, animales) y su entorno (agua, aire, suelo...).

“Ya se trate del aire que respiramos o de los alimentos que comemos, de la energía que nos impulsa o de las medicinas que nos curan, nuestras vidas dependen por completo de la buena salud de los ecosistemas. Sin embargo, nuestras acciones están devastando todos los rincones del planeta”, apuntó el secretario general de la ONU, António Guterres, en un mensaje con motivo del Día Internacional de la Diversidad Biológica.

Guterres añade en su mensaje, recogido por Servimedia, que “un millón de especies están en riesgo de extinción a consecuencia de la degradación del hábitat, la contaminación rampante y el agravamiento de la crisis climática”. “Debemos poner fin a esta guerra contra la naturaleza”, sentencia.

“MEDIDAS MÁS CONTUNDENTES”

Por ello, aboga por garantizar pautas sostenibles de producción y consumo, reorientar las subvenciones a actividades que destruyen la naturaleza hacia soluciones ecológicas, reconocer los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, además de “presionar” a gobiernos y empresas para que tomen “medidas más contundentes y rápidas contra la pérdida de biodiversidad y la crisis climática”.

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Por otro lado, los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones. Según datos de la ONU, los peces proporcionan un 20% de las proteínas animales a unos 3.000 millones de personas. Más del 80% de la dieta humana está basada en plantas y cerca del 80% de las personas que viven en las zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales obtenidos de la vegetación de su entorno.

Los bosques, amenazados por la deforestación, así como otros ecosistemas, resultan de vital importancia para sustentar la vida en la Tierra y juegan un papel importante en la lucha contra el cambio climático. Y la salud del planeta también juega un papel importante en la aparición de enfermedades transmisibles entre animales y humanos.“A medida que continuamos invadiendo ecosistemas frágiles, nos ponemos en contacto cada vez mayor con la fauna silvestre, lo que permite que los patógenos de la vida silvestre se extiendan al ganado y a los humanos”, según Naciones Unidas.

NATURALEZA Y VIVIENDA

Por su parte, Amigos de la Tierra, Federación de Consumidores y Usuarios CECU y el Sindicato de Inquilinas de Madrid reclaman “avanzar en una renaturalización urbana” como herramienta frente al cambio climático que garantice barrios habitables sin importar las rentas de las personas y que no genere “efectos perjudiciales para la población, como la subida de los alquileres o la gentrificación verde”.

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Estas organizaciones apuntan que el derecho a la naturaleza se ve vulnerado “de forma reiterada”, a pesar de ser un derecho universal reconocido por Naciones Unidas, y que “el mercado inmobiliario, contrario a la justicia social y espacial, vulnera el derecho a la naturaleza en las ciudades”.

Por ello, abogan por equilibrar tanto la cantidad como el mantenimiento de las áreas verdes a nivel de barrio en cada municipio y promover la renaturalización y buen uso de los hábitats urbanos y periurbanos, incluyendo la categorización particular de zonas verdes no reconocidas, como los huertos urbanos o los espacios comunitarios informales.

Destinar suelo dotacional e inmuebles infrautilizados al establecimiento de una red de refugios climáticos, regular “de forma real y efectiva” el precio del alquiler en todo el territorio para garantizar “alquileres dignos y estables” para toda la población, intervenir urgentemente el mercado del alquiler turístico y de temporada por sus impactos ecosociales y la destrucción de los entramados comunitarios que genera, y prohibir los desahucios sin alternativa habitacional digna son otras propuestas de esas organizaciones.