Las polémicas de Carlos III | Telemadrid.es
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La llegada de Carlos III al trono de Inglaterra se está llenando de anécdotas tintadas de polémica en los actos protocolarios del nuevo monarca. Gestos del nuevo monarca, de 73, años, que no están pasando desapercibidas en las redes sociales, críticas con el nuevo rey.

Primero fue durante la proclamación como rey del Reino Unido, donde el hijo de Isabel II mostró con desdén su disgusto por un objeto de escritorio, un tintero, que le molestaba en el momento de la firma.

No son pocos los que han mostrado su indignación con las formas de un monarca hacia uno de sus súbiditos, en este caso un ujier.

¡No puedo soportar esta maldita cosa!

Días más tarde, el heredero del trono británico repitió escena, esta vez el pasado martes cuando se mostró visiblemente contrariado por una pluma que perdía tinta y le manchó las manos durante una importante ceremonia en su visita al castillo de Hillsborough, en Irlanda del Norte: “¡No puedo soportar esta maldita cosa!”, dijo Carlos III y acto seguido abandonó la sala.

Y la última ha sido la decisión de despedir a casi un centenar de trabajadores de Clarence House, su residencia oficial mientras fue príncipe de Gales, en un momento en el que su oficina y la de la reina consorte Camila se están trasladando al Palacio de Buckingham tras la muerte de Isabel II.

Hasta 100 empleados de la residencia real, incluidos algunos que han trabajado allí durante décadas, recibieron el lunes la notificación de que podrían perder sus trabajos justo cuando estaban realizando la mudanza de los reyes a su nueva residencia, según ha informado el diario británico 'The Guardian'.

Entre los trabajadores apercibidos se encuentran secretarios privados, el equipo de comunicaciones, la oficina de finanzas y el personal doméstico de Clarence House. Recibieron la notificación cuando se estaba celebrando en Edimburgo la primera misa de despedida en presencia de los restos de la difunta reina de Inglaterra.

La gran parte de los miembros del personal habían asumido que se fusionarían en la nueva casa del rey, alegando que no se les dio ninguna indicación de lo que podía pasar hasta que les llegó una carta de mano del principal ayudante del rey, Clive Alderton.

"Todos están absolutamente furiosos, incluidas las secretarias privadas y el equipo con más experiencia. Todo el personal ha estado trabajando hasta tarde todas las noches desde el jueves (el día que murió Isabel II) para encontrarse con esto. La gente estaba visiblemente conmocionada por eso", ha detallado a 'The Guardian' una fuente cercana a los trabajadores.

Carlos III está exento de pagar impuestos por la herencia de su madre.