Polen de abejas | ALMUDENA DELGADO / MARIA ANTONIETTA CARRERA / CSIC
(Actualizado

Un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con la Universidad de Almería, ha detectado la presencia de cuatro micotoxinas (aflatoxina B1, ocratoxina A, zearalenona y deoxynivalenol) en muestras de polen de hasta 28 países, entre ellos España, que representan una "amenaza latente para la salud humana".

Algunas de las micotoxinas detectadas, como las aflatoxinas, han sido reconocidas por la International Agency for Research on Cancer (IARC) como los compuestos naturales con mayor potencial cancerígeno para humanos que se conocen, seguidas por la ocratoxina A, el deoxinivalenol o la zearalenona, según ha trasladado el CSIC en una nota tras el trabajo publicado en la revista 'Food control'.

Las micotoxinas son una familia de moléculas que suelen encontrarse en los alimentos y que pueden suponer un riesgo para la salud de los consumidores. Señalan los investigadores que no se han establecido restricciones legales para estos tóxicos en el polen de abeja.

En el 28% de los casos analizados, el contenido de deoxynivalenol sobrepasa los valores de referencia toxicológicos

Junto a los efectos cancerígenos, también se han descrito como potentes agentes inmunosupresores, mutagénicos y teratogénicos.

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En este estudio se evaluó, mediante ensayos inmunoenzimáticos, la presencia de cinco micotoxinas (aflatoxina B1, ocratoxina A, zearalenona, deoxinivalenol y toxina T2) en 80 muestras de polen apícola de países como China, España, Estados Unidos, India, Italia y Rusia, entre otros.

"A través de la técnica 'Elisa', se han detectado micotoxinas en todas las muestras analizadas", ha explicado la investigadora de la Estación Experimental de Zonas Aridas (EEZA-CSIC) María Dolores Hernando.

Los investigadores ponen de manifiesto la necesidad de mejorar los procesos de secado y conservación del polen, así como la ampliación de los controles de seguridad alimentaria

Las muestras "además de la distinta procedencia, incluyen una amplia diversidad en las características del polen comercializado para consumo humano, como su forma de producción (convencional y ecológica), su composición floral (mono y multifloral) y su procesado (polen fresco, deshidratado y como pan de abeja)".

El equipo de investigación ha evaluado también el margen de exposición como indicador del nivel de peligro sanitario sobre la presencia de micotoxinas cancerígenas y el riesgo asociado con la exposición a una o más micotoxinas.

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Para ello se han considerado los datos de consumo del Comprehensive European Food Consumption Database de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), para diferentes grupos de población.

En el 28% de los casos analizados, el contenido de deoxynivalenol sobrepasa los valores de referencia toxicológicos, mientras la aflatoxina B1, a consecuencia de su concentración y frecuencia de detección, del 98 por ciento, se considera de alta preocupación en el 84 por ciento de los casos.

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Debido a la falta de información sobre el alcance de la contaminación con sustancias peligrosas del polen de abeja, sigue habiendo una serie de interrogantes sobre la seguridad de este producto apícola.

Los investigadores de este trabajo ponen de manifiesto la necesidad de mejorar los procesos de secado y conservación del polen, así como la ampliación de los controles de seguridad alimentaria a productos considerados, en general, de bajo consumo.