Manifestación en París en apoyo a Gisèle Pelicot | EFE
(Actualizado

Miles de manifestantes mostraron este sábado en París su apoyo a Gisèle Pelicot, la mujer a la que su marido drogó durante años para que fuese violada por decenas de desconocidos, y pusieron a España como ejemplo en la lucha de la violencia machista, evocando casos como el de 'la Manada'.

Cuando se cumplen 10 días del mediático juicio en Aviñón contra el marido de Gisèle, Dominique Pelicot, y otros 51 hombres acusados de participar en las violaciones, al menos 2.000 personas denunciaron el laxismo de la Justicia y la ineficacia de la Policía a la hora de condenar e investigar los casos de violación contra las mujeres.

"Vamos a hacer que este proceso (Gisèle Pélicot) sea histórico, porque no pasa un día sin que una mujer me escriba diciéndome: 'yo soy Gisèle Pélicot'. Lucharemos contra la impunidad y la cultura de la violación, porque más del 90 % de las denuncias por violación no se admiten a trámite, la mayoría ni siquiera se investigan", sostuvo Anne-Cécile Mailfert, de la asociación Fondation Femmes.

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Varias figuras de la sociedad civil intervinieron en la manifestación, entre ellas la periodista franco-italiana Giulia Fois, quien mencionó el caso de 'la Manada', en la que cinco hombres violaron a una joven durante las fiestas de San Fermín en Pamplona en 2016.

Fois recordó la movilización de las españolas después de que dos tribunales españoles condenasen a los cinco jóvenes por abuso sexual y no por violación, que hubiera supuesto una condena más grave. Tras la presión social, la sentencia inicial fue enmendada por el Tribunal Supremo, que elevó las infracciones a violación.

Drogada por su marido y violada por decenas de hombres

Los investigadores hallaron vídeos de Gisèle grabados por su propio marido a lo largo de diez años en los que se veía a la mujer sufrir las agresiones sexuales por parte de desconocidos inconsciente por culpa de los potentes medicamentos que ingería sin saberlo.

Su exmarido (el divorcio se formalizó el mes pasado) se sienta en el banquillo junto otros 50 hombres que fueron identificados en los archivos de fotos y vídeos que él guardaba por haber tenido relaciones entre 2011 y 2020 con Gisèle Pelicot cuando ella estaba en estado inconsciente, drogada con ansiolíticos.

El principal acusado ha evitado por el momento declarar en el juicio alegando problemas de salud.

El presidente del Tribunal, Roger Arata, le ha dejado volver a la prisión y ha pedido que se le someta a un peritaje médico para que el tribunal pueda conocer exactamente su estado de salud y determinar cuándo podrá prestar declaración por los hechos de los que se le acusa.

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Su abogada ha destacado que hasta ahora su cliente no ha recibido medicación para las dolencias que dice estar sufriendo desde el pasado viernes. El pasado martes estuvo brevemente hospitalizado.

La abogada del acusado ha insistido en los últimos días en que no hay ninguna maniobra de Dominique Pelicot para evitar su declaración, sino todo lo contrario, y que está "impaciente" de poder hablar ante la que fue su mujer, Gisèle, y ante sus hijos, que acuden a este proceso que se inició el pasado 2 de septiembre.

"La vergüenza debe cambiar de bando"

La brutalidad de la violencia sexual sufrida durante una década por Gisèle Pelicot ha generado un rotundo rechazo social.

Sin embargo, su valiente petición de que "la vergüenza debe cambiar de bando", de víctimas a agresores, dista mucho de ser una realidad en una sociedad en la que las agresiones sexuales son cotidianas y las mujeres, desacreditadas.

Fueron al menos diez los años durante los que el marido de Gisèle la drogó por las noches y ofreció su cuerpo a otros hombres en internet, que concertaban visitas al domicilio conyugal para violar a la mujer.

Más de medio centenar de agresores están imputados, incluido el marido, que grababa y almacenaba las agresiones en su ordenador y al que Gisèle creía "un tipo genial".

Después de conocer la violencia sufrida, y convencida por su hija, Pelicot ha pedido que las vistas del juicio sean públicas, ha mostrado su rostro y ha solicitado a través de su abogado que su caso sirva para que la vergüenza cambie de bando: de las víctimas a los agresores.

Las expertas reconocen la valentía de la víctima francesa y creen que su frase de que la vergüenza puede sentar un precedente que será histórica en la historia del feminismo y la lucha contra la violencia contra las mujeres.

Ahora bien, insisten en que no se puede exigir a las supervivientes ni un comportamiento heroico ni que recaiga sobre sus espaldas que la vergüenza vire de bando hacia los agresores. Es algo que debe lograr la sociedad.