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Benedicto XVI dijo hoy que la salvación del mundo no es obra del hombre, de la ciencia, la técnica o las ideologías, sino que viene de la gracia de Dios, "cuya potencia es mayor que el mal, la única que puede colmar los vacíos que el egoísmo provoca en las personas, las familias y las naciones".

El papa agregó que los "falsos remedios" que el mundo propone para llenar esos vacíos, entre los que citó como "más emblemáticos" a las drogas, lo que hacen -aseguró- es agrandar el precipicio.

El Pontífice hizo estas manifestaciones ante el monumento a la Inmaculada Concepción que se alza en plaza de España de Roma, a donde acudió un año más para rendir el tradicional homenaje a la Virgen en la festividad del 8 de diciembre, conmemoración del dogma de 1854 por el que el Pío IX proclamó la concepción inmaculada de María.

"La potencia del amor de Dios es más fuerte que el mal, puede colmar los vacíos que el egoísmo provoca en la historia de las personas, de las familias, de las naciones y del mundo. Estos vacíos pueden convertirse en infiernos, donde la vida humana es arrojada a lo más bajo y hacia la nada y pierde el sentido y la luz", afirmó.

El papa teólogo añadió que sólo el amor puede salvar de esa caída, "pero no un amor cualquiera, sino un amor que lleve en sí la pureza de la gracia de Dios, que transforma y renueva y que pueda inyectar en los pulmones intoxicados nuevo oxígeno, aire limpio, nueva energía de vida".

Benedicto XVI agregó que por mucho que el hombre pueda caer, el soplido de la gracia de Dios puede hacer desaparecer las nubes negras, puede hacer bella la vida y rica de significado, incluso en las situaciones más inhumanas.

El papa manifestó que el pecado lleva consigo una "tristeza negativa, que lleva al hombre a cerrarse en sí mismo" y que el cristianismo es el anuncio de la victoria de la gracia de Dios sobre el pecado, de la vida sobre la muerte.

"Hay que aprender a decir no a las voces del egoísmo y a decir sí al amor auténtico. Hay que escuchar la voz de Dios que habla en silencio y acoger su gracia, que nos libera del pecado y de todos los egoísmos, para saborear la verdadera alegría", aseguró.

Ante varias decenas de miles de personas, el Pontífice expresó su alegría por esa concentración en honor de María, que nos une -dijo- en este Año de la Fe" y se refirió al Evangelio de la Anunciación de María.

"Lo que más llama la atención es el hecho de que ese momento decisivo, en el que Dios se hace hombre, está envuelto en un gran silencio. El encuentro entre el mensajero divino y la Virgen pasa desapercibido, es un misterio que si ocurriese en nuestro tiempo no dejaría trazas en los diarios o revistas, ya que ocurre en medio del silencio", afirmó.

El Pontífice añadió que ya en aquella época se daba ese activismo que nos hace incapaces de detenernos, de estar tranquilos, "de escuchar el silencio en el que el Señor muestra su voz discreta".

El papa Ratzinger subrayó que María el día en que recibió el anuncio del ángel estaba "recogida y abierta a escuchar a Dios", que en Ella no había obstáculos, pantallas, nada que la separase de Dios.

María, con su silencio, nos recuerda que la voz de Dios no se reconoce en el barullo y en la agitación, su diseño sobre nuestra vida personal y social no se percibe permaneciendo en lo superficial, sino descendido a un nivel más profundo, donde las fuerzas que actúan no son las económicas y políticas, sino las morales y espirituales.

El Pontífice llegó a la plaza romana en el nuevo "papamóvil", entregado ayer por el grupo alemán Mercedes, siendo acogido por miles de personas, así como por las autoridades romanas; por el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Saenz de Buruaga, numerosos españoles y un grupo de enfermos.

Tras colocar un gran cesto de rosas ante la estatua coronada de la imagen de la Virgen, orar, pronunciar el discurso y saludar a los presentes, regresó al Vaticano, donde hoy durante el rezo del Angelus habló en español y dijo que la Virgen es ejemplo de gracia y modelo de santidad.

La tradición papal de la ofrenda de flores se remonta a 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María. Por voluntad de Pío IX se erigió el monumento y fue él quien lo bendijo el 8 de septiembre de 1857.

Como lugar se eligió la plaza de España, que toma el nombre de una de las naciones más devotas de la Virgen y que durante siglos se preocupó por obtener de un Papa la definición dogmática de este misterio mariano.

También hoy se ofició en la basílica de Santa María La Mayor, muy ligada a España, una misa por España, oficiada por su arcipreste, el cardenal español Santos Abril y Castelló.

VIGILIA DE LA ALMUDENA

Este sábado se ha celebrado la festividad de la Inmaculada y anoche tuvieron lugar las tradicionales vigilias como esta que ofició en La Almudena el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela.

En la capital también hubo vigilias en la Basílica de la Merced y en el Santuario de María Auxiliadora. Al final de estos actos se leyó un mensaje de Benedicto XVI en el que impartió su bendición apostólica a todos los asistentes