#PremiosDarwin, cuando la estupidez humana es de tal calibre que hay que premiarla
Premian a todo aquel que contribuye a la evolución humana con su desaparición
El hombre que olvidó el paracaídas al saltar de un avión, el que usó el mechero para iluminar un depósito de combustible...
Hay personas que a lo largo de su vida realizan grandes contribuciones a la Humanidad y otras que también lo hacen, pero por omisión, es decir, cuando desaparecen. Los Premios Darwin nacieron en 1985 para rendir homenaje a estos últimos.
Son, por supuesto, premios irónicos. Los nominados son personas que han sufrido accidentes absurdos a consecuencia de decisiones sin sentido, como resultado de los cuales han quedado estériles o incluso han muerto. Se supone que con su paso a otra vida mejoran la especie humana al dejar fuera del circuito, y por tanto evitar que se transmitan, unos genes capaces de tomar semejantes decisiones.
No son premios de alfombra roja ni de grandes galas y, al contrario de lo que ocurre en los premios ‘tradicionales’, el ganador no tiene por qué ser una sola persona sino todo aquel que se lo merezca.
Como es lógico por su planteamiento, llevan el nombre del padre de la Teoría de la Evolución, Charles Darwin. Al comienzo de su historia la lista de ganadores se elaboraba por discusión en un grupo de Usenet y circulaba por la red mediante el básico procedimiento del correo electrónico.
¿Cómo surgió la idea?
En aquel año, 1985, un artículo sobre una muerte absurda en una máquina expendedora circuló ampliamente por la red. No fue la única noticia en este sentido, pero fue el detonante que hizo surgir la idea de que a veces la estupidez humana alcanza tales cotas que hay que premiarla. O más bien premiar a los que son capaces de superar todo límite en este sentido y además tienen el detalle de impedirse a sí mismos la reproducción, aunque sea de manera no intencionada.
Por cierto, por increíble que parezca, la posibilidad de morir por la manipulación errónea de una máquina expendedora no es tan rara como parece, de hecho es de una entre 80 millones según estadísticas del National Electronic Injury Surveillance System. Suficiente para que esto le ocurra a una media de cuatro personas al año en Estados Unidos. No hay cifras del resto del mundo.
Otra historia, también verídica, que circuló por aquellos años fue la de la absurda muerte de un hombre al que se le ocurrió instalar el motor de un cohete en un coche.
De entre todos los ganadores, cada año, se elige el más ‘honorífico’ de todos y se le distingue con el ‘Premio Darwin del Año’.
Aquellos que no mueren como resultado de su estupidez pero quedan estériles reciben únicamente ‘menciones honoríficas’.
Fue una mujer, Wendy Northcoutt , la primera que escribió sobre los Premios Darwin y estableció en su libro los requisitos para ser acreedor a un Premio Darwin. Son los siguientes:
- Imposibilidad de reproducción. El candidato debe estar definitivamente muerto o, al menos, haber quedado sin posibilidad alguna de reproducirse, es decir, estéril
- Excelencia. La imprudencia que lleve al candidato a sufrir el accidente debe ser única, espectacular
- Autoselección. Debe ser el propio candidato el que produzca su muerte o esterilidad. No debe venir de la mano de otra persona. Debe ser la propia imprudencia la que origine el accidente que tenga fatales resultados sobre uno mismo.
- Madurez. El candidato debe estar en su sano juicio y no tener ningún tipo de discapacidad mental.
- Veracidad. El suceso debe estar verificado y documentado por fuentes fiables
Algunos Premios Darwin ilustres
Muchos han sido los ganadores de un Premio Darwin desde su origen. El ganador del año en 1987 fue una persona que, en Estados Unidos, saltó de un avión para grabar a unos paracaidistas pero no se acordó de ponerse su paracaídas. No hubo discusión para otorgárselo.
En 2003 se llevó el galardón una persona que murió en Brasil al iluminar un depósito de combustible con un mechero porque quería comprobar si alguno de los explosivos era inflamable.
En 1999 ganó el Premio Darwin del Año una persona que murió en una explosión provocada porque se dejó un cigarro encendido en un almacén lleno de explosivos. Ocurrió en Filipinas.
El Premio Darwin del Año se lo llevó en 2007 un hombre que murió por intoxicación etílica tras introducirse dos botellas de litro y medio de jerez, por vía anal.
En 2010 un hombre enfadado porque el ascensor se cerró y no pudo cogerlo se lanzó a golpear las puertas con sus silla de ruedas... hasta que se abrieron y cayó al vacío. Los votantes de los Premios Darwin le dieron una puntuación de 91% (25.069 votos).
En la página 'The Darwin Awards' en Facebook puedes conocer más 'hazañas' memorables y descubrir más sobre unos galardones que premian a todo aquel que contribuye a la evolución humana con su desaparición.
La lista no sólo es interminable sino que suma y sigue cada año. Ya lo dijo Albert Einstein, "hay dos cosas infinitas: El Universo y la estupidez humana y de la primera no estoy tan seguro".
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