Cuando a la cosmonauta rusa Anna Kikina le dijeron que viajaría al espacio lo celebró. Cuando le dijeron que iría en una nave Dragon de SpaceX se quedó sin palabras. Todo su entrenamiento había sido para pilotar una de las solventes Soyuz de fabricación rusa.
Kikina, ingeniero de formación y locutora en Radio Siberia durante un tiempo, partirá en unos días a EEUU para completar su formación en aquel país de cara a su viaje hasta la Estación Espacial Internacional(EEI). El caso de Kikina y el de otros cosmonautas es un ejemplo de la colaboración existente, por ahora, entre las agencias espaciales rusa y estadounidense.
Es lo que se denomina un programa de vuelos cruzados. Hasta la llegada de las cápsulas Dragon todas las tripulaciones con destino a la EEI tenían que usar los lanzadores rusos. Las Soyuz han sido las encargadas de rotar al personal de la estación, llevar suministros y eventualmente elevar la órbita de la EEI para evitar su caída hacia la atmósfera terrestre.
Ahora los sistemas de transporte espacial de EEUU y de la Agencia Europea del Espacio también se acoplan a la EEI regularmente con lo que Rusia ha dejado de tener este 'monopolio'. De hecho, la agencia rusa ya ha declarado su intención de dejar su participación en la estación para comenzar el desarrollo de su propia plataforma orbital, tal y como viene haciendo China desde hace pocos años.
La cosmonauta Kikina viajará junto con otra mujer, la comandante Nicole Mann, el especialista Josh Cassada así como con Koichi Wakata, de la agencia japonesa JAXA el próximo 3 de octubre.
Estaba programado el lanzamiento para este mes de septiembre pero debido al tráfico previsto de llegadas y salidas a la EEI se ha decidido posponerlo hasta principios de octubre. Kikina será la primera cosmonauta rusa que viaje al espacio en una nave fabricada en EEUU, nave que por cierto será reutilizada pues ya participó en la misión Crew-3.