Una investigación de la Universidad de Alabama en Birmingham (Estados Unidos) ha concluido que el microbioma intestinal está implicado en múltiples vías en la patogénesis de la enfermedad de Parkinson. Los hallazgos, publicados en la revista científica 'Nature Communications', muestran un amplio desequilibrio en la composición del microbioma en personas con enfermedad de Parkinson. Este estudio sobre el microbioma es el mayor realizado a la más alta resolución.
Los investigadores emplearon la metagenómica, el estudio del material genético recuperado directamente del microbioma de las heces de personas con Parkinson y de sujetos de control neurológicamente sanos.
"El objetivo principal de este estudio fue generar una visión completa e inalterada del desequilibrio en el microbioma intestinal de el Parkinson. Encontramos evidencia de múltiples mecanismos que sabemos que están vinculados al Parkinson, pero no sabíamos que estaban ocurriendo también en el intestino y que son orquestados por el microbioma", ha explicado Haydeh Payami, autor principal del estudio.
Los investigadores hallaron una sobreabundancia de patógenos oportunistas y componentes inmunogénicos, lo que sugiere que hay infección e inflamación en juego, sobreproducción de moléculas tóxicas y sobreabundancia del producto bacteriano curli.
Esto induce la patología de el Parkinson y la desregulación de los neurotransmisores, incluida la L-dopa. Al mismo tiempo, escasean las moléculas neuroprotectoras y los componentes antiinflamatorios, lo que dificulta la recuperación.
Payami y su equipo reclutaron a 490 personas con enfermedad de Parkinson y 234 controles sanos. Un poco más de la mitad de los sujetos eran hombres y predominantemente mayores de 50 años. Todos provenían de la región del sur profundo de Estados Unidos, lo que ayudó aliminar la confusión por influencia geográfica y cultural en la composición del microbioma.
Los investigadores estudiaron 257 especies de organismos en el microbioma, y de éstas, el análisis indicó que 84, más del 30 por ciento, estaban asociadas con la enfermedad de Parkinson.
"De las 84 especies asociadas al Parkinson, 55 tenían una abundancia anormalmente alta en personas con Parkinson, y 29 estaban agotadas. Encontramos que más del 30 por ciento de los microorganismos y genes bacterianos y vías analizadas tienen abundancias alteradas en la enfermedad de Parkinson, lo que indica un desequilibrio generalizado", ha esgrimido Payami.
En un extremo del espectro, el 'Bifidobacterium dentium' se elevó siete veces, el 'Actinomyces oris' 6,5 veces y el 'Streptococcus mutans' seis veces. En el otro extremo del espectro, 'Roseburia intestinalis' se redujo 7,5 veces y 'Blautia wexlerae' cinco veces.
En general, el 36% de las especies asociadas al Parkinson tuvieron un cambio de más de dos veces en la abundancia, lo que refleja un aumento o disminución del 100 por ciento al 750 por ciento en el Parkinson en comparación con el grupo de control sano.
"Este estudio ha creado un gran conjunto de datos con la máxima resolución posible en la actualidad y lo ha hecho público sin restricciones para promover la ciencia abierta. Incluye extensos metadatos sobre 490 personas con Parkinson, la mayor cohorte de Parkinson con datos del microbioma, y una cohorte única de 234 ancianos neurológicamente sanos, que puede ser utilizada en una amplia gama de estudios.
Hemos demostrado que hay un desequilibrio generalizado en el metagenoma del Parkinson, creando un ambiente que es permisivo para los eventos neurodegenerativos y es prohibitivo para la recuperación", ha resaltado Payami.
La enfermedad de Parkinson es un desorden progresivamente debilitante que afectó a 4 millones de persona en el año 2005 y se proyecta que se duplique a 8,7 millones para el año 2030. Aunque históricamente se ha definido como un trastorno del movimiento, el Parkinson es una enfermedad multisistémica.
Se especula que el Parkinson está causada por varias combinaciones de susceptibilidad genética y desencadenantes ambientales, aunque todavía no se ha identificado ninguna combinación causal. La conexión entre el Parkinson y el sistema gastrointestinal está establecida desde hace tiempo.