Un posible tratamiento hormonal contra la ansiedad y los trastornos de conducta
Investigadores del CSIC patentan un estimulador de la corticotropina, relacionada con las preferencias de socialización
REDACCIÓN
Un equipo del Instituto de Neurociencias de Alicante (IN-CSIC-UMH), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández (UMH), ha desarrollado y patentado un tratamiento para los trastornos sociales de la conducta, como la ansiedad o la introversión extrema.
Se basa en el uso de hormonas que genera el cerebro de forma natural y que, tal como han descubierto, pueden regular la respuesta conductual relacionada con la interacción social. La patente se basa en un trabajo publicado el pasado año en la revista Cell.
¿UNA BASE FISIOLÓGICA?
¿Qué sucede en el cerebro de una persona que sufre ansiedad social? ¿Por qué hay menores que viven las nuevas relaciones con perfecta normalidad y en otras se enfrentan con preocupación y con temor anticipado de separarse de sus progenitores?.
Los autores explican que los niños y las niñas tienen preferencia social, de forma natural, por sus figuras familiares. Ahora bien, en algún momento del crecimiento esa preferencia se invierte y buscan nuevas interacciones sociales.
No obstante, en algunos casos ese cambio no sucede de forma natural y se desarrollan trastornos sociales y conductas evitativas, que pueden conducir a problemas más serios. ¿Hay alguna base fisiológica que lo explique?, se preguntaron.
Un equipo dirigido por Félix Leroy, científico del CSIC en el IN-CSIC-UMH, ya había hallado, investigando en modelos animales, una respuesta en una hormona que produce el cerebro de forma natural: la hormona liberadora de corticotropina (o CRH).
Su equipo demostró en 2023 que la CRH, que era producida por las neuronas de la corteza infralímbica -donde se regula, entre otras, la expresión emocional y la alerta-, envía una señal hacia la región rostral del septum lateral -una región que regula los comportamientos motivados como la socialización o la búsqueda de alimento y seguridad-, lo que suprime las interacciones sociales con ratones familiares.
LA NOVEDAD SOCIAL
Este circuito, explican los científicos, contribuye a reducir la preferencia por las relaciones familiares y aumenta la predilección por la novedad social que muestran los ratones adultos.
Además, los científicos vieron que cuando los ratones tenían dos semanas de vida, presentaban un aumento en la densidad de las neuronas infralímbicas que liberan CRH, lo que estaba directamente relacionado con un cambio en el desarrollo de la preferencia social de los ratones jóvenes, que pasaban de elegir compañeros familiares a nuevos congéneres.
El equipo ha demostrado que esa hormona modula las preferencias de socialización. Según explica el científico del IN-CSIC-UMH, “nuestro equipo ha observado que, con el uso de hormonas, se pueden modular las preferencias de socialización y favorecer la interacción con individuos nuevos, facilitando así la creación de nuevos vínculos sociales”.
APATÍA, FOBIAS, ANSIEDAD
Esta respuesta, afirman los científicos, es de especial interés para tratar trastornos relacionados con la apatía, la fobia o la ansiedad que algunas personas pueden desarrollar en entornos sociales poco familiares.
El descubrimiento podría ser un paso inicial para el desarrollo de tratamientos basados en esta molécula natural, que se han empezado a probar en ensayos preclínicos de fase 1, ya que hasta la fecha no se han detectado efectos secundarios y los resultados son prometedores.
Supondría una alternativa a los tratamientos vigentes que en el caso del trastorno de ansiedad social o de personalidad evitativa se basan en la terapia conductual sola o combinada con antidepresivos o ansiolíticos, que sólo mejoran los síntomas parcialmente y pueden provocar efectos secundarios adversos.
Actualmente, aseguran los investigadores, no hay ningún medicamento para el trastorno de ansiedad social (TAS) recomendado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) o la Agencia Europea de Medicamentos (EMA).
Los investigadores están negociando con empresas farmacéuticas interesadas en la licencia de la patente para el desarrollo de tratamientos basados en esta tecnología.