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El torero riojano Diego Urdiales protagonizó una seria actuación en la tradicional corrida goyesca del 2 de mayo en Las Ventas, aunque la arbitraria decisión del presidente le dejó sin el reconocimiento del trofeo que se tradujo finalmente en una muy aplaudida vuelta al ruedo.

FICHA DEL FESTEJO

Cuatro toros de Lozano Hermanos y dos -tercero y cuarto- de El Cortijillo. Corrida seria, honda y muy bien armada, que sacó genio y malas ideas, cuando no se apagó en el último tercio, como fue el caso de tercero, quinto y sexto.

Antonio Ferrera: pinchazo, media y siete descabellos (silencio); y estocada desprendida y descabello (ovación tras dos avisos).

Diego Urdiales: estocada caída, atravesada y tendida (aviso y vuelta al ruedo tras petición de oreja con abucheo al "palco" por denegarla); y casi entera (silencio).

Arturo Saldívar: pinchazo, otro hondo y descabello (silencio tras aviso); y estocada y dos descabellos (silencio).

La plaza tuvo media entrada en tarde soleada y con viento progresivamente frío que molestó tanto en el ruedo como en el tendido.

CORRIDA PARA VALIENTES

Un encierro con volumen, muchos y astifinos pitones, y, lo peor, en ocasiones con peligro, puso a prueba la capacidad y el valor de los toreros. Y en función de estas dos últimas cualidades se resolvió la tarde. Muy centrado y firme Ferrera, muy valiente y capaz Urdiales, sin embargo, Saldívar no estuvo a la misma altura.

Ferrera salvó los muebles en su complicado primero, toro que se las sabía todas, volviéndose en cada pase y "metiéndose" por los dos pitones. Pudo más la profesionalidad y la seguridad del extremeño, que incluso logró pases más que estimables sobre todo por el izquierdo. También en banderillas anduvo muy solvente. Aunque la ineficacia con el descabello propició algunos pitos finales.

El cuarto, pegajoso, incómodo y de descompuestas embestidas, tampoco dio opciones claras. El mérito de Ferrera, que volvió a banderillear con soltura, fue no desesperarse y plantear batalla con firmeza y arrojo en la distancia corta y al hilo de las tablas, donde enseguida buscó refugio el toro.

Así extrajo el pacense muletazos de notable emoción en una larga y laboriosa faena que mantuvo su intensidad por el arrebato y la pasión del torero, sin amilanarse éste hasta sacar agua del pozo vacío.

La raza, el valor y la entrega de Urdiales pudieron más que el genio y las malas ideas de su primero, al que robó muletazos de mucho mérito en un trasteo de compromiso total. Se la jugó el riojano y pasó miedo el tendido en un constante toma y daca que fue, en definitiva, el argumento de la faena.

Más encajado y motivado el torero por el pitón derecho, por donde "se dejó" algo más el astado, la faena tuvo momentos de mucha verdad por la emoción que transmitió. Importante actuación de Urdiales, al que le pidieron una oreja que el presidente denegó. No obstante, la vuelta al ruedo que dio tuvo sabor a trofeo.

En el quinto fue imposible porque el toro, distraído y tardo, se negó en redondo. Urdiales hizo a pesar de todo otro gran esfuerzo, total para nada.

El mexicano Saldívar pasó como una sombra en el tercero de la tarde, sin acabar de encontrar los terrenos adecuados ni acoplarse con un toro que no desarrolló tantas complicaciones como sus hermanos, eso si, el animal tampoco aportó por su falta de fuelle.

El que cerró plaza, excesivamente castigado nada, se apagó también enseguida, y nuevamente se vio a un Saldívar voluntarioso pero poco resolutivo.