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Ir de tiendas es mejor en una estación de tren con aroma a otro tiempo, como la del Museo del Ferrocarril, hogar del Mercado de Motores, que este fin de semana vive una nueva edición en la que decenas de expositores ofrecerán sus mejores productos entre andenes y trenes.

"Es la estación más bonita que queda en Madrid", sostiene Teresa Castanedo, promotora del Mercado de Motores, "una enorme feria de muebles, accesorios, productos de segunda mano, objetos ahora llamados 'vintage' y de todo tipo de curiosidades que se celebra una vez al mes", define la organizadora.

Si el marco es incomparable, la variedad de productos y expositores, también, como es el caso de Fernando Valverde, quien acude desde Barbastro (Huesca) al mercado con su particular bazar a cuestas.

"Llevo desde cosas de tres euros hasta otras de 1.500; desde objetos de coleccionismo hasta muebles", suscribe el comerciante, quien está encantado de poder repetir en los andenes de la estación del Museo del Ferrocarril.

"En Madrid se está muy bien, la gente sale muy relajadita a la calle, veo a la gente de muy buen rollo y que se lo pasa estupendamente", manifiesta Valverde, quien nota este buen espíritu a la hora de hacer balance el domingo por la noche, al terminar el mercado.

Precisamente esto, el éxito de los vendedores, es uno de los motivos que más agradan a la impulsora del Mercado de Motores, que está encantada de ver que "los vendedores venden, que les va bien, que les sale rentable y que ganan dinero".

La clave para esto quizá sea, como suscribe la propia Castanedo, que la gente que se acerca hasta el mercado "siempre pica algo", aunque en principio únicamente tuviera la intención de pasar una mañana en familia.

"Aquí ves cosas muy buenas, muy originales y a muy buenos precios", reconoce Carmen Sánchez de la Cuadra, otra de las comerciantes que aguarda detrás de un puesto y que ofrece al público ropa de firma -alta costura- de segunda mano a precios más bajos, una idea que parece funcionar.

"La idea es que todo el mundo pueda llevar prendas de calidad y más ahora con la crisis, que no todo el mundo se lo puede permitir", destaca Sánchez, a quien sus clientes habituales echan en falta si no acude en alguna ocasión al Mercado.

"Si no has ido en la anterior edición se enfadan", bromea.

En total, como recuerda Castanedo, son "250 vendedores" los que componen Mercado de Motores, quienes van variando de una edición a otra y que durante los dos días de feria trabajan de lo lindo.

"No deja de ser duro", dice Valverde, a quien De la Cuadra completa al señalar que "es un paliza, pero una paliza que merece la pena" y es que los vendedores tienen que madrugar más que nadie para que cuando el mercado abra sus puertas todo esté perfectamente dispuesto para el comprador.

La variedad de productos, el trato personal y cercano de los vendedores y el peculiar escenario han consolidado al Mercado de Motores como una de las ferias de este tipo con más solera de Madrid y eso que sólo lleva cuatro temporadas en liza.

Algunos, como Valverde, incluso se atreven a compararlo con el mítico Rastro que todos los domingos es protagonista en Ribera de Curtidores.

No es para menos porque -salvando las distancias- en su última edición, el Mercado de Motores congregó a casi 50.000 personas alrededor de las diferentes tiendas, complementadas a la perfección por la oferta gastronómica que también propone el evento.

"Está cogiendo esa solera, ese puntito que tiene el Rastro de Cascorro", subraya el comerciante, quien anima a todo aquel que no tenga plan para este fin de semana a acercarse hasta los andenes del Museo del Ferrocarril a encontrar ese algo en forma de vela, mueble, juguete o chaqueta que busca desde hace tiempo sin éxito.

Como dice el vendedor, "hay cosas que sólo se encuentran en Motores".