El candomblé, la religión en la que ningún sexo es superior a otro
Consigue cada vez más adeptos por ser un culto tolerante y "abierto a todos"
En Brasil, donde más homosexuales son asesinados y su presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha sido criticado por su comentarios homófobos, miles de personas del colectivo LGTB encuentran su espacio en el candomblé.
Derivada del animismo africano -que rinde culto al alma de la naturaleza a través de sus dioses, los orixás,- esta religión milenaria, que llegó a Brasil con los esclavos africanos, consigue cada vez más adeptos por ser un culto tolerante y "abierto a todos".
Además de Brasil, país donde más se practica, el candomblé también tiene seguidores en Uruguay, Argentina, Venezuela, Colombia, Panamá, México, Alemania, Italia, Francia, Portugal y España.
A diferencia de religiones como la católica, la judía o el islam, donde los altos puestos jerárquicos solo pueden ser desempeñados por hombres, en el candomblé las mujeres ostentan cargos importantes, porque está inspirada en los orishas, "donde cada uno tiene su propia cualidad y donde hay un respeto profundo por el otro", explicó a Efe Conceiçao Panasco da Silva, experta en candomblé y quien desde hace más de 20 años estudia el tema.
Esto también ocurre con los homosexuales que son aceptados y respetados independientemente de su orientación sexual porque, según la experta, el candomblé está "abierto a todos" y "acepta la individualidad de cada quien y eso permite que las personas no tengan que vivir escondidas como en otras religiones".
El candomblé nació inspirado en los orixás, ancestros africanos divinizados por haber adquirido control sobre la naturaleza durante su paso por la tierra y que son vistos como fuerzas vitales inspiradas en sus elementos: agua, fuego, aire y tierra.
Así como existe Ogum, orixá del hierro, la guerra y el fuego, está Iemanjá, deidad femenina de los lagos, los mares y la maternidad. La muerte y las tempestades se visten de mujer con las orixás Nana y Oya; mientras que Oxalá es el dios de la creación.
Según el candomblé, los orixás también han sido hombres y mujeres que han traído conocimientos básicos para la supervivencia, como la caza, la siembra y el uso de hierbas medicinales.
Además de sus poderes como dioses los orixás poseen características muy humanas. Son vengativos, temperamentales, vanidosos, celosos, fuertes, particularidades propias de los elementos de la naturaleza que dominan y por lo que fueron convertidos en deidades.
Al igual que la santería cubana, que también nació de las creencias y deidades que llegaron a la isla con los esclavos africanos, en el candomblé el cosmos y las personas están interrelacionados y eso es lo que le da sentido, según explica la doctora en psicología y sociología Sylvia Marcos en uno de sus estudios sobre religión y género.
Esta conclusión fue reafirmada por Panasco da Silva al decir que el candomblé "cree que somos el espejo de una deidad, que tenemos un orishá arquetipo que representa una fuerza de la naturaleza y de esa forma vemos a las personas como ellas son realmente".
Por eso, mujeres y homosexuales pueden ocupar altos cargos en el candomblé, rangos en los que, especialmente, se valora y se respeta la palabra femenina, como se registra en varios "terreiros" (sitios de culto).
El mayor cargo para mujeres es el de Iyalorixá y para hombres el de Babalorixás, y si bien los "terreiros" pueden ser comandados por hombres o mujeres, cada quien con sus propias obligaciones e independientemente de su tendencia sexual, "el mayor respeto y la gran palabra es la de las mujeres", según Panasco da Silva.
Conocidas como "maes do santo" -en su mayoría mujeres negras-, las máximas sacerdotisas del candomblé conformaron los primeros "terreiros" y estos se convirtieron en los hogares donde las jerarcas son las que acogen, enseñan y protegen, y por eso son un símbolo de sabiduría admirado y respetado por todos.
Otro papel fundamental de estas sacerdotisas ha sido la divulgación del candomblé, cuya historia y principios se han transmitido a través de los años mediante la palabra.
Pero, como ha ocurrido a través de la historia, ese respeto y esa posición no se dieron porque sí.
Cuenta la leyenda que Oxum -diosa de la fertilidad- fue la que obligó a las deidades masculinas a reconocer el papel de la mujer.
Cuando vio que los hombres solo querían repartirse entre ellos los poderes convirtió en estériles a las mujeres. Sin hijos ni descendientes que impidieran la muerte de sus memorias, los hombres tuvieron que dar marcha atrás.
Entonces, las mujeres volvieron a procrear y la vida en la tierra prosperó.
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