El piloto del avión siniestrado en los Alpes franceses pidió desde fuera de la cabina a gritos al copiloto, que presuntamente estrelló de forma deliberada el aparato, que abriera "la maldita puerta", al tiempo que intentó derribarla, según se desprende las grabaciones de una de las cajas negras encontradas.
Cuando el copiloto, Andreas Lubitz, supuestamente ya había accionado el sistema de descenso, y los controladores aéreos franceses habían tratado a las 10.32 horas de contactar sin éxito con el avión, la grabación registra la señal de alarma automática por pérdida de altura, revela hoy el diario "Bild" en su edición dominical.
Inmediatamente después se oye un fuerte golpe, como si alguien intentara abrir de una patada la puerta de la cabina, y la voz del capitán, Patrick Sondenheimer, que grita: "¡Por el amor de dios, abre la puerta!"
En un segundo plano de oyen gritos de los pasajeros.
A las 10.35, cuando el avión aún se encontraba a 7.000 metros de altura, la grabación registró "ruidos metálicos fuertes contra la puerta de la cabina" como si ésta fuera golpeada.
Unos 90 segundos más tarde, a 5.000 metros de altura, se activa una nueva alarma, y se oye al piloto gritar: "¡Abre la maldita puerta!"
A las 10.38, todavía a unos 4.000 metros de altura, se oye la respiración del copiloto, que no dice nada.
A las 10.40, el aparato toca con el ala derecha la montaña y de nuevo se oyen los gritos de los pasajeros, los últimos sonidos que registra la caja negra.
La hora y media de grabación que se ha podido rescatar revela también como el capitán, a las 10.27 y a 11.600 metros (38.000 pies) de altura le pide al copiloto que vaya preparando el aterrizaje a Düsseldorf y éste le responde entre otras palabras con un "ojalá" y un "vamos a ver".
En una rueda de prensa el pasado jueves, en la que se comunicó que las grabaciones permiten concluir que el piloto estrelló de forma deliberada el aparato con 150 personas a bordo, el Fiscal de Marsella calificó las respuestas del copiloto a su comandante de "lacónicas".
Tras despegar con retraso de Barcelona, el comandante le había explicado entre otras cosas al copiloto que no había tenido tiempo de ir al baño, por lo que Lubitz le ofreció asumir el mando del aparato en cualquier momento.
Después del control pertinente para preparar el aterrizaje es cuando el copiloto le vuelve a ofrecer al comandante asumir el mando para que éste pueda ir al baño.
Dos minutos más tarde, se oye decir a Sondenheimer: "Puedes asumir el mando".
Entonces se oye el ruido de una silla y una puerta que se cierra.
Son las 10.29 y el radar registra un primer descenso del aparato.
EL COPILOTO TENIA PROBLEMAS DE VISION
Andreas Lubitz tenía problemas de visión que podrían haber puesto en peligro su trabajo, informó el diario estadounidense "The New York Times".
Según el periódico, que cita a dos fuentes con conocimiento de la investigación, Lubitz buscó tratamiento para esas dificultades.
Por ahora, no está clara la seriedad de su problema visual, según "The New York Times", que añade que las autoridades no han descartado que fuera psicosomático.
El periódico recuerda que, según varios testimonios, para Lubitz era muy importante volar y que no había cumplido sus aspiraciones profesionales de cubrir rutas de larga distancia como comandante.
La Clínica Universitaria de Düsseldorf informó el viernes de que Lubitz había sido evaluado en sus instalaciones por última vez el 10 de marzo.
Consultada por "The New York Times", una portavoz del centro no quiso comentar si el copiloto había presentado problemas de visión, alegando las leyes que protegen la privacidad de los pacientes.
En un comunicado, la clínica calificó el viernes de "incorrecto" que Lubitz fuera tratado en ella por depresión y dijo que había acudido al centro para contrastar diagnósticos, sin dar más detalles.
La fiscalía de esa ciudad de Renania del Norte-Westfalia informó del hallazgo en uno de los domicilios registrados de Lubitz de distintos documentos médicos, incluida una baja, rota en pedazos, que estaba vigente el día de la catástrofe.
TRANSTORNO PSICOSOMATICO
Por otra parte, agentes de la policía hallaron en el registro del apartamento en la ciudad alemana de Düsseldorf del copiloto del vuelo siniestrado de Germanwings numerosos medicamentos para tratar un grave trastorno "psicosomático", según el diario "Die Welt". "El hombre, de 27 años, estaba siendo tratado por varios neurólogos y psiquiatras", asegura un miembro de la investigación en declaraciones al rotativo, al tiempo que agrega que no se hallaron ni drogas ni nada que haga indicar una dependencia a los narcóticos o al alcohol.
El copiloto, Andreas Lubitz, sufría un "síndrome subjetivo de sobrecarga" -lo que se conoce como "burnout" o estar "quemado" por estrés laboral- y tenía una fuerte depresión, señala, y agrega que "esto se desprende de notas personales del piloto, que guardó y archivo".
En tanto continúa la evaluación del ordenador y los documentos confiscados por los agentes del apartamento que tenía el copiloto en Düsseldorf y de la vivienda de sus padres en la localidad de Montabaur.
Prosiguen además los interrogatorios a médicos, amigos, colegas y conocidos del copiloto.
También la novia de Andreas Lubitz ha tenido que responder a las preguntas de la instrucción.
La Fiscalía de Düsseldorf informaba ayer del hallazgo durante el registro de ambas viviendas de varios documentos que arrojan luz sobre la situación personal del copiloto, entre ellas "bajas médicas, actuales e incluso vigente para el día de los hechos, hechas pedazos".
La aerolínea Germanwings, por su parte, señaló que desconocía la existencia de un certificado médico de baja por enfermedad, pues el copiloto ocultó aparentemente su estado a la compañía.
El grupo especial que lleva la investigación bajo el nombre de "Alpes" cuenta en estos momentos con hasta 200 agentes encargados en buscar pruebas que permitan esclarecer qué llevó al copiloto a estrellar presuntamente de forma deliberada el vuelo 9525 con 150 personas a bordo cuando cubría la ruta Barcelona-Düsseldorf.
En Düsseldorf se encuentra también una delegación francesa, entre los que figuran el jefe de la dirección general del departamento de investigación criminal, Jean Pierre Michel, para intercambiar información con los investigadores alemanes.