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Greg Gribble inspecciona hoy los restos del helicóptero en el que ayer sufrió un grave accidente. El piloto neozelandés tiene 25 años de experiencia pero reconoce que lo que le ha salvado la vida ha sido el cinturón de seguridad de su aparato. Con a penas unos cuantos rasguños en las manos Gribble recuerda como en un sueño la dramática caida: "todo fue muy rápido, en un segundo ya estaba en el suelo".

Lo cierto es que el helicóptero se enganchó en unos cables cuando el piloto colaboraba en la colocación de un árbol de Navidad en el puerto de Auckland. Inmediatamente el aparato cayó al suelo, el piloto quedó durante unos segundos colgando hacia el vacio, de haber caido habría tenido una muerte segura ya que la cola del aparato le habría destrozado.

Según el piloto, fue el cinturón de seguridad de la nave quien le salvó la vida, "está anclado al suelo del helicóptero, en el momento del accidente, note que me impulsaba hacia fuera, pero inmediatamente el dispositivo tiró de mi hacia el interior de la cabina"

Gracias a esto puede contarlo y sin duda su familia ha recibido el mejor regalo de Navidad. A pesar del susto, Gribble está deseando volver a volar, aunque eso sí, el piloto reconoce que de momento no quiere ver cables cerca.