La cirugía permite controlar las crisis epilépticas que no cesan con fármacos
La cirugía no cura la epilepsia, pero sí puede conseguir mejorar el pronóstico de los pacientes resistentes a tratamientos farmacológicos -lo son del 20 al 30%- y controlar, en algunos de ellos, las crisis propias de esta enfermedad neurológica crónica que padecen unas 300.000 personas en España.
Muchas de las personas que no controlan la enfermedad, a pesar de la terapia con fármacos, tienen puesta su esperanza hoy, Día Nacional de la Epilepsia, en la cirugía, porque en algunos casos, aunque sea en un porcentaje muy pequeño, pueden dejar de sufrir crisis tras retirarles la medicación inicial que se les prescribió tras la intervención.
No obstante, en general, el paciente que se opera de la cirugía de la epilepsia para controlar las crisis tiene que seguir con medicación porque al retirarla aumentan las posibilidades de recurrencia, sobre todo a largo plazo, según explica a Efe Jaime Parra, responsable de la Unidad dedicada a esta patología del Hospital La Zarzuela y de Nuestra Señora del Rosario.
"La cirugía de la epilepsia no es como la del apéndice. A uno le quitan el apéndice y no tiene más apendicitis. En ese sentido, no ha demostrado ser curativa, porque lo sería si al operarle le quitaras la medicación y se mantuviera libre de crisis por periodos prolongados", señala el doctor.
Pero la cirugía tiene "un papel muy importante" en estos momentos en determinados casos, en los enfermos de epilepsia lesional, en los que tienen por ejemplo un tumor en una región del cerebro y eso es lo que le está causando el problema.
En otros casos, los de epilépticos que no responden a los fármacos y que no son susceptibles de la cirugía, las vistas están puestas en la estimulación cerebral y en nuevos fármacos, que "atajen el proceso de formación de las crisis porque los tratamientos que existen actualmente tapan los síntomas, pero no van directamente al mecanismo que la genera".
"Tenemos fármacos anticrisis, pero no antiepilépticos -continúa Parra-, y si lográramos atajar el proceso que genera todas las conexiones que se forman de forma anómala y que desencadenan esa reacción epiléptica llegaríamos al punto culminante en la lucha contra la epilepsia".
Y en ello se está investigando intensamente y hay avances: hay epilepsias que tienen un transtorno autoinmune como base y se han encontrado fármacos que frenan este proceso.
Ese es el reto de la epilepsia, hallar fármacos que consigan bloquear el proceso que desemboca en una crisis, que se manifiesta, en los casos más llamativos, con convulsiones y pérdida de la conciencia, pero también con actos repetitivos sin finalidad, alteraciones sensoriales, cambios en el estado de ánimo, confusión o sucesos mentales extraños como alucinaciones.
El doctor José Angel Mauri, coordinador del grupo de estudio de la Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (SEN), estima que cada año se producen en España entre 30 y 50 nuevos casos de epilepsia por cada 100.000 habitantes.
Son estimaciones y para que los datos sobre la prevalencia de nuevos casos sea más precisa, la SEN ha comenzado una investigación bautizada con el nombre de EPIBERIA.
La epilepsia se puede desarrollar a cualquier edad, pero tiene dos 'picos', en la infancia y en la tercera edad.
Las primeras son las llamadas benignas, que están relacionadas con el crecimiento y con la expresión de ciertos genes, y conforme se va avanzando en la edad "dejan de expresarse", según el doctor Parra.
Las segundas están vinculadas a otro tipo de problemas más estructurales, como infartos cerebrales, tumores o enfermedades degenerativas como el alzehimer.
Es un transtorno que está provocado por múltiples motivos y que cuando se manifiesta de la forma más llamativa, con convulsiones, con movimientos corporales incontrolados y repetitivos, "impresiona muchísimo a todos los humanos", como reconoce Parra.
Pero hay que dejar de estigmatizar a las que las sufren y para ello, según Parra, hace falta educación, saber que "son fenómenos puramente biológicos, que nos pueden pasar a cualquiera y que no hay que estar avergonzado por ello".
Ante una convulsión, atentos, porque "no hay que meter nada en la boca, tal y como se ve en las películas", hay que conseguir que el afectado llegue al suelo de la forma más segura posible, que no se caiga, ni golpee en la cabeza y después ponerle de lado para que la lengua no se le vaya para atrás e impida las vías respiratorias.
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