Parece un invento moderno, pero lo cierto es que las latas de bebidas llevan con nosotros más de tres cuartos de siglo. Aunque a España llegaron con retraso: la primera lata de cerveza se abrió en un bar español en la década de los 60, según apunta Miguel Aballe, director de la Asociación de Latas de Bebidas.
Queremos mostrarles en Telemadrid un recorrido por una de las colecciones más curiosas: 200 latas de bebidas antiguas que recorren 85 años de historia, toda una historia enlatada.
La lata de aluminio es uno de los grandes avances tecnológicos e industriales de la segunda mitad del siglo XX, ya que contribuyó a la aceleración de la fabricación a escala global de productos así como también se convirtió en uno de los primeros envases con capacidad de ser reciclado y reutilizado.
La historia de las latas para alimentos se remonta a varios siglos atrás, incluso se cree que con el descubrimiento del metal ya se lograron fabricar algunos proto-envases. Los primeros registros históricos de los que se tienen pruebas son de principios del siglo XIX. En 1810, el comerciante británico Peter Durand diseña y patenta el primer envase cilíndrico de metal sellado para alimentos. Estos primeros envases de hojalata soldada a mano serían la génesis de lo que vendría casi 140 años después con las latas de aluminio para bebidas, a pesar de que el aluminio ya había sido logrado separar de su mineral matriz en 1825.
En la primera mitad del siglo XX, los desarrollos sociales y económicos demandaban mayores tecnologías para mantener la demanda global de consumo de alimentos. Esto hizo que muchos profesionales, inventores y comerciantes se interesaran por los alimentos enlatados, los cuales podían ser trasladados a cualquier punto del planeta sin perecer.
Y en 1935 se conoce la primera lata de una bebida comercial. Diseñada por la cervecería Krueger de Nueva Jersey, la Finest Beer era la primera cerveza comercial en venderse dentro de una lata cerrada a presión. El lanzamiento fue un éxito total. El envase era más ligero que el vidrio, fácil de transportar, muy resistente a golpes y caídas, pero sobre todas las cosas, poseía una gran superficie para decorar, lo que comercialmente lo hacía único en cada modelo y marca.
El principal inversor de la empresa Krueger contribuyó sin interés alguno al proceso de fabricación de las primeras latas, lo que logró quintuplicar las ventas y producir envases en más de 35 fábricas. En apenas un año ya se habían vendido cerca de 200 millones de latas, tanto de tapa plana que se habrían con un abrelatas con forma de pico, como de cuello similar al de una botella metálica.
Durante los 20 años de vigencia de estos envases, el freno que supuso la Segunda Guerra Mundial y la recesión económica y de consumo que generó en todo el planeta hizo que todo el esfuerzo se frenara para abastecer a las tropas de suministros enlatados.
El fin de la guerra y la recuperación económica de los países beligerantes trajo una oleada de masividad que consagró definitivamente a la lata de bebidas como uno de los productos más emblemáticos del siglo XX gracias a la llegada de otro producto masivo a estos envases: los refrescos.
La llegada del mecanismo Stay-Tab a finales de los ’80 marca el desarrollo definitivo en materia industrial de la lata de cerveza y refrescos. Este sistema era una evolución del Easy-Tab de Ernie Fraze con la mejora de que el abridor quedaba en la lata, lo que permitía su correcto reciclado y evitaba generar más basura al medioambiente.