Un año después del peor vertido en la historia de EEUU, la petrolera responsable, BP ha repartido 3.600 millones de dólares de los 20.000 comprometidos para resarcir a los damnificados. En total 405.000 personas y 99.000 empresas. Todos han pedido compensaciones económicas a traves de la Agencia de Demandas de la Costa del Golfo, una agencia establecida por el gobierno norteamericano. Sin embargo, a día de hoy, muchos aún no han recibido ninguna cantidad.
La plataforma explotó en pleno Golfo de México por una fuga de metano, 11 trabajadores murieron y la estructura se hundió en el mar dos días después. Inmediatamente un líquido rojo espeso se extendió por el mar. Miles de voluntarios se afanaron en las labores de limpieza, mientras bajo el agua, los técnicos tardaron 87 días en cortar la fuga. Se derramaron al mar 5 millones de barriles de petroleo, a los que hay que sumar los 7 millones de litros de sustancias químicas que se utilizaron como dispersantes.
El vertido causó la muerte de cientos de especies marinas, entre ellas, 6.000 tortugas, 82.000 pájaros y 25.900 mamíferos. A día de hoy, las aguas del Golfo de México parecen limpias, pero según los expertos es imposible cuantificar el daño que ha sufrido el ecosistema de la zona. El vertido afectó más de 4.800 kilómetros de costa y marismas y en alta mar, 220.000 kilómetros cuadrados se cerraron a la pesca. Un informe de la organización ecologista Greenpeace ha denunciado que el 80% de los 4,9 millones de barriles de crudo vertidos aún no se ha recogido y ha subrayado que en los casis tres meses que se tardó en cerrar el pozo se derramaron más de 62.000 barriles diarios y no los cerca de mil al día de los que habló British Petroleum en sus primeros informes.
La catástrofe llevó a la Administración de Barack Obama a decretar una moratoria a las perforaciones petroleras en el Golfo, que se cerró el pasado octubre con la promesa del Gobierno de que la industria había aprendido la lección y de que los vagos mecanismos de regulación que contribuyeron al accidente habían sido reemplazados por otros mucho más firmes.
Desde entonces, se han concedido diez permisos a compañías denominadas aptas para perforar en aguas profundas tras un estricto proceso de revisión, según la Oficina de Gestión y Regulación del Océano de EE.UU.