Cada vez son más los madrileños que optan por volver al campo para ganarse la vida. Si hace décadas, los jóvenes dejaban sus pueblos para venir a la ciudad, ahora ocurre lo contrario. Es el caso de José, ante la imposiblidad de encontrar un empleo en la construcción, decidió hacerse cargo de las tierras de su familia.
La tierra se ha convertido en el refugio contra la crisis de multitud de licenciados españoles. Es un movimiento inédito en nuestro país y una alternativa a la emigración. De la ciudad al campo. Un cambio vital, que cada vez anhela más gente en busca de una estabilidad y un entorno más saludable en el que formar una familia.
La recesión a la que está sometida España y sus devastadoras consecuencias, ha propiciado que un número creciente de jóvenes con estudios superiores recurran al campo como salida profesional.
Según Asaja en los últimos cinco años 2.500 jóvenes se han incorporado al campo en Castilla y León mientras que en Castilla-La Mancha, entre 2000 y 2010, fueron 8.764.
Crecen con fuerza las vocaciones agrarias, en parte debido al desplome del ladrillo, en parte a la necesidad. Pero hay más razones ya que la vida en el campo es mucho más barata que en las grandes urbes.
En la Unión Europea, la tasa media de incorporaciones sobre la población agrícola es del 6,4% frente al 4% español.